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martes, 11 de enero de 2011

En Dios confiamos

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boticorleone.blogspot.com

“Debes saber que la raíz de todos los males es el amor al dinero. Algunos, arrastrados por él, se extraviaron lejos de la fe y se han torturado a sí mismos con un sin número de tormentos”
(1a. Carta a Timoteo 6:10)

Difícilmente podemos culpar al dinero en sí, porque en cada billete de un dólar en los Estados Unidos tenemos un claro recordatorio: “En Dios confiamos.” ¿Porqué es entonces el amor al dinero la raíz de todos los males?

En primer lugar, es muy fácil encontrar una referencia a este versículo de la Escritura en ocasiones que no corresponden e interpretándolo de mala manera, “el dinero es la raíz de todos los males”. Lo que dice San Pablo es claro y él no dice lo anterior siendo que mayormente se esfuerza en predicar el cuidado de los pobres y por eso él hizo muchas colectas en favor de los pobres. Más bien, es el desordenado amor al dinero que claramente es la raíz de todos los males. ¿Por qué es así? El dinero para algunas personas representa de uno u otro modo el poder: en la salud, el dinero nos da el poder de decidir a que doctores ir; en la educación, el dinero nos da el poder de decidir dónde y quiénes  educarán a los hijos; en el consumismo, el dinero nos da el poder de poseer bienes que otros no pueden tener y que son superfluos. Frecuentemente en el dinero confiamos se convierte en una profesión de fe y en un sentimiento que no expresamos con palabras.

El hecho es que mientras más posesiones tenemos más nos encontramos plagados con preocupaciones. Nos preocupamos de la mantención y la seguridad por esas posesiones nuestras. 

También nos preocupamos de obtener nuevos y mejores elementos cuando el tiempo llega a los que ya tenemos. Nos preocupamos tanto de las cosas que colocamos a las personas que nos rodean en segundo lugar. Si realmente vemos el billete de un dólar y seguimos su mensaje, no lo deberíamos guardar más de lo justamente necesario, es decir, lo suficiente hasta encontrar otra persona que necesite el mensaje del billete también. “En Dios confiamos” no es solamente un diseño para un billete: es un modo de vivir la vida que nos mantiene fuertes en la fe y libres de muchos dolores.

jueves, 6 de enero de 2011

La persecución

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Fuente: ACI Prensa
“Procura ser religioso y justo. Vive con fe y amor, constancia y bondad”
(1a. Carta a Timoteo 6:11)

San Pablo no nos pide estudiar que es la justicia, la devoción, la fe, el amor, la paciencia y la bondad, o pensar en ellos o rezar para poseerlos. El nos pide perseguirlos, es decir, ir detrás de ellos para poseerlos. ¿Por qué? Porque son muy difíciles de alcanzar.

Algunas veces la traducción de las palabras originales que están en griego o latín no comunican su peso en una traducción española.

Ser justo, a veces se traduce como ser rectos, pero de hecho se refiere al juicio y la justicia de Dios.

Ser religioso no se refiere a una devoción ordinaria. Las personas pueden hacerse devotas a cosas que no valen su respeto. Más bien se refiere a la devoción al bien, la cual se identifica con Dios. Por ejemplo nuestra devoción a los santos debería llevarnos a encontrar a Dios que es la bondad en sí misma.

La fe en el Nuevo Testamento siempre se refiere a una confianza total en Dios y a ser leal a El.

El amor al que se refiere San Pablo acá no es el eros (el deseo sexual), o filantropía (el amor por el servicio caritativo a otros o la amistad creada por un amor puramente humano). El amor más bien es imitar a nuestro Señor quien se entregó por completo a nosotros.

La constancia se ve a veces como resistencia. Esto no es la paciencia humana ni una resistencia natural. Más bien es el poder de esperar pacientemente y soportar la presencia de la tentación, porque sabemos que Dios es fiel y no nos abandona porque somos tentados.

La mansedumbre es a veces confundida con la bondad. Desafortunadamente en el español estas dos palabras denotan debilidad, pero no hay nada de débil en lo que Jesús dice de sí mismo: “Yo soy manso y humilde de corazón.”  Más bien, estamos llamados a perseguir la actitud del mártir que se para delante de sus acusadores y encara la muerte con absoluta serenidad. El sabe que todo está en las manos de Dios. Debido a su mansedumbre, el mártir tiene un poder que aquellos que usan la fuerza no pueden vencer.

No estamos llamados a tener un poco más de paciencia, a tener un poco más de amor, a tener un poco más piadad; al contrario, estamos llamados a ser reflejos de Cristo. Debido a que ninguno de nosotros podemos imitarlo perfectamente, siempre vamos a tener que estar buscando esa perfecta imitación.

Blogumulus by Roy Tanck and Amanda Fazani

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