No tener miedo a buscar la unidad
Rechacemos el falso respeto humano de que nuestra insistencia nos vuelve cargantes e insoportables. Imitando al Redentor, amemos ardientemente a los demás cada día; considerémoslos como parte de nuestro ser y tratémoslos con la fuerza de la caridad. Evitemos que haya dureza o amargura en nuestras sugerencias o indicaciones, y procuremos que ninguna barrera nos separe de ellos. Tienen que notar, como enseña el apóstol, que nos duelen como algo propio esos puntos que les señalamos (cfr. 2 Cor 11, 29). ¡Qué ejemplar resulta la insistencia amable de la triple corrección de Cristo a los suyos, para que le acompañen en la oración!
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