miércoles, 24 de octubre de 2012
Extraño caso de disolución de vínculo
Procede este relato de los Cuentos de Antonio Trueba, autor de principios de siglo, y sitúa la historieta en Guezúrraga (Vizcaya).
Se presentó una vecina al párroco, portadora de una estaca con la cual aseguraba que su marido le había zurrado.
-Vengo -dijo- a que usted nos descase.
-¿Oué dices? ¿Descasarte? Y tu marido está conforme?
-Sí, señor; él mismo se lo dirá, que está ahí abajo.
Subió el marido, y el cura preguntó si era firme su voluntad de divorciarse, contestando el otro afirmativamente.
-¿De modo que los dos habéis pensado bien vuestra resolución?
-Sí, señor.
-Está bien; arrodillaos, que os voy a descasar.
Tomó la estaca de manos de ella y comenzó a descargar recios golpes sobre las espaldas del matrimonio.
- ¡Basta, basta! -gemían ellos.
-Pero vamos a ver -dijo el cura, cesando de golpear-, ¿no querías que os descasara?
-Sí; pero no de esta forma.
-Es que no hay otra para los cristianos. ¿No sabéis que el matrimonio no puede deshacerse sino por la muerte de los contrayentes? Pues si tratáis de que disuelva el vuestro, ha de ser así: moliéndoos a garrotazo limpio, hasta que uno de los dos muera.
Parece que la lección de «Derecho Canónico» surtió su efecto y se reconcilió el matrimonio del pronto que habían tenido aquel día.
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