Cuando llega el 27 de diciembre, la fiesta de San Juan, el superior religioso de al menos unos conventos y monasterios bendice vino que después se toma con la comida. El viejo libro romano de ritos tiene una bendición de vino para esta fiesta. El rito conmemora la leyenda que en una ocasión, cuando Juan estaba en Efeso, se le dio para beber un vaso de vino envenenado. Antes de beberlo San Juan bendijo el vino y el veneno salio del vaso bajo la forma de una serpiente.
Según el autor del libro Manual de fiestas y costumbres Cristianas, aún hasta hace unos 50 años en el día de la fiesta de San Juan se veía a católicos del centro de Europa llevar botellas de vino y sidra a la Iglesia para que fueran bendecidas. Después se las llevaban a casa y algunos de ellos derramaban un poquito del vino bendecido o sidra en cada barril del sótano.
Algunos llaman a este vino bendecido el amor de San Juan. En algunos lugares en el día de la boda se dan a la novia y el novio un traguito de este vino. En otras ocasiones se da un traguito del vino, como un sacramental, a una persona que está muriendo.
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