lunes, 11 de junio de 2012

Recompensa a última hora


El emperador Carlos V se encontraba a la cabecera de la cama de uno de sus más fieles servidores, ya moribundo. "Pedidme en recompensa de vuestros méritos, y si es posible para disminuir vuestros padecimientos, el favor que queráis".

Respondió el enfermo:

-Señor, todo lo que os pediría sería que prolongaseis mi vida por algunos días.

Replicó el emperador:

-¡Qué desgracia! Yo no lo puedo; los poderosos de la tierra no disponen de un solo minuto de la vida del hombre.

Y el enfermo:
-¡Qué insensato he sido! He consagrado mi vida entera al servicio del emperador, y su poder no alcanza a concederme un solo día de existencia. Si, en cambio, hubiera servido mejor a mi Dios, podría esperar una recompensa eterna, una felicidad sin fin.

Podía esperar de la misericordia divina, pero tenía razón al lamentarse de no haber servido mejor a Dios.

Fuente:  C. Ortúzar, El catecismo explicado con ejemplos

1 comentario:

  1. visitándoles nuevamente desde mi blog
    www.creeenjesusyserassalvo.blogspot.com
    bendiciones

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