viernes, 5 de abril de 2013

Como todo el mundo

San Alfonso María de Ligorio (Aci Prensa)
Los santos han tenido sus defectos, como todo el mundo, y han debido luchar como el que más por mejorar.
A Santa Margarita María de Alacoque le repugnaba el queso. Tanto. que al entrar en el convento la familia estipuló que no se le obligaría a comerlo. Un día, por descuido, le pusieron una ración en el almuerzo. Trabajo le costó acabar con él. Escribió después: «Confieso no haber sentido jamás tal repugnancia». Ocho años de esfuerzo le costó acostumbrarse al dichoso queso.

San Juan Bosco, finalizando el año escolar de 1833, estuvo a punto de perder curso por haber dejado a otros su propio examen.

San Alfonso Mª de Ligorio tenía un temperamento fuerte. y su trabajo le costó pulirlo. A la edad de ochenta años decía a un individuo: «Si hemos de discutir, dejemos que la mesa esté entre los dos; yo tengo sangre en las venas».

Autor: J. Urteaga. Los defectos de los santos

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