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miércoles, 28 de julio de 2010

El choque de la corrección

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Imagen: Desdecuba.com

“Tú enseña estas cosas, aconsejando y reprendiendo con toda autoridad. No dejes que nadie te menosprecie ”  (Carta a Tito 2:15)

Ojalá que este mandato directo de Pablo a Tito hubiera sido tallado en piedra sobre la entrada de nuestro tercer milenio. No hay espacio para equivocarse con las palabras de Pablo. Tito debe mantener las líneas de comunicación entre él y sus sacerdotes, diaconos y las santas mujeres que sirven las Iglesias que él fundó. No debe haber equivocación y no debe apartarse de sus deberes de exhortación y corrección.

Pablo nunca escatima palabras en sus prédicas o en sus cartas. Así había sido con Cristo y así es con Pablo; siempre es “sí” o “no”. Ahora Tito debe seguir su ejemplo.

La exhortación y corrección, concebidos como deberes, han perdido el prestigio en nuestro tiempo. Su valor se ha deteriorado notablemente.  Por todas nuestras preocupaciones y por ser políticamente correcto, ¿quién honestamente quiere ser corregido?

La corrección es cada vez más escasa y cuando aparece viene como un choque.

Se ha vuelto aún más raro que cuando se debe hacer, una persona con una posición de autoridad alta y bien evaluada corrija con valentía. Hemos sido testigos de desastrosas consecuencias de este tipo de situaciones en la Iglesia hoy en día, y hemos llorado por la terrible pérdida de almas. Además, este patrón es seguido con resultados desastrosos en la vida de las familias por todo el mundo.

¿Hay alguna cosa que yo como individuo pueda hacer para contrarrestar la inercia universal de ser correcto sin ser corregido? ¿Que parte juega la corrección en mi vida, en mi actitud conmigo mismo y con otros? ¿Tengo el coraje para aceptar la sugerencia de un amigo que indica que quizá mi vida no está yendo en la dirección correcta? ¿Tengo ganas de cambiar el curso? ¿Estoy dispuesto ha hacer ese cambio que me va a costar más que cualquier otro?

Cuando veo en mis hijos, mis amigos o mis compañeros de trabajo tendencias que los están extraviando levemente, ¿les digo y les ayudo a redireccionar sus energías antes que sea demasiado tarde? ¿Los amo con tal profundidad?

martes, 20 de julio de 2010

Lo bueno en vos

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“ Ojalá esa fe se vea en las obras y manifieste todo lo bueno que tenemos en Cristo” 
(Filemón 1:6)

Las cosas viajan fácilmente en la cinta transportadora. Siete cosas en la línea para “12 elementos o menos”. El cajero los escaneó  rápidamente, mientras yo los ponía en una bolsa. Ella estaba confundida  y me dijo el total de la cuenta. Claramente las cosas eran pequeñas y no eran caras, pero el total de la cuenta era cercano a los 100 dólares. Miramos en la caja registradora. Un emparedado costaba casi 50 dólares. Y continuaba marcando con ese precio, por lo que finalmente la cajera decidió llamar al administrador. Miré a la cajera y bromeé: “ Ese debe ser un emparedado muy rico”. Ella hizo un guiño y me respondió: “ Yo lo he comido, y creeme, no es tan rico”.

Es difícil saber a veces lo que es realmente bueno, lo que es realmente importante o lo que realmente importa. Nuestros supermercados están llenos de productos, y nuestros televisores muestran cientos de canales. A nuestro alrededor hay gente que parece más inteligente que nosotros, más espiritual o más bonita. En medio de todo eso nos podemos sentir insignificantes o pensamos que no somos importantes.

Es Jesús quien dice que tu vida importa. Es fácil enfocarse en el éxito de otros y en nuestras propias fallas. Jesús ve el talento que hay en cada uno de nosotros. El quiere que usemos ese talento para guiar a otras personas hacia El. La clave de la espiritualidad es entender que hay algo en ti que es único y forma parte del plan de Dios.

Sí, hay gente que es más santa y más espiritual que nosotros. Pero tú no eres un actor insignificante en la historia de la fe. En tu vida - tus relaciones, las situaciones que encuentras día a día - tienes las oportunidad de guiar a alguien en el camino de Cristo. Puede ser una palabra, un gesto o alguna decisión. Tú puedes insistir en que alguien lo puede hacer major que tú, pero Jesús quiere que tú seas esa persona, porque El cree que tú eres así de bueno.


jueves, 8 de julio de 2010

Una persona, Dos personas

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Adán inició todo y se equivocó; Cristo lo inicio de nuevo y no se equivocó.


Contrastar a Cristo con Adán es una fuente rica de reflexiones cristianas. San Pablo introduce el tema y San Irineo de Lyons, uno de los padres de la Iglesia del Siglo II  la desarrolló.

Se desarrolló todavía más el tema durante la Edad Media en Arte y Música. San Pablo nombra a Cristo el Ultimo Adán, el hombre  final y perfecto en contraste con el primer Adán. San Irineo escribió acerca de Cristo en términos de  recapitulación que no significa “resumir” sino “iniciando de nuevo”.

Adán inició todo y se equivocó; Cristo lo inicio de nuevo y no se equivocó, como los escritores cristianos desarrollan el tema; ellos ven más puntos de comparación así como el pecado entró en el mundo a través del árbol en el jardín del Edén, así la redención entró en el mundo a través del árbol de la cruz.

Así como la primera mujer Eva fue sacada de la costilla de  Adán cuando dormía, así la Iglesia nació del lado de la costilla de Cristo muerto. La desobediencia de Adán resultó en un fracaso; la obediencia de Cristo resultó en la victoria. Así como San Irineo creyó, la Virgen Eva llegó a ser la causa de la muerte por su pecado; la Virgen María es la causa de salvación por su SI: “hágase su voluntad en mi”.

Eva escuchó a una serpiente; María escuchó a un ángel. Aun hay una tradición medieval que dice que el Gólgota fue el sitio del sepulcro de Adán. A veces, representaciones de la Crucifixión muestran  una calavera al pie de la cruz: esa calavera no es cualquier calavera, sino la calavera de Adán.

Por el maravilloso sentido medieval de armonía la caída original en el pecado y la redención están unidas en un mismo lugar. Así San Pablo nos invita a contemplar el gran drama cósmico de nuestra redención comparando a 2 personas, Adán y Cristo, y viendo toda la historia de la raza humana resumida en ellos 2, el primer Adán y el Ultimo Adán. Es esto lo que San Pablo señala cuando escribe: “Así fue la caída, pero el don de Dios no tiene comparación. Pues si todos mueren por la falta de uno sólo, la gracia de Dios se multiplica más todavía cuando este don gratuito pasa de un solo hombre, Jesucristo, a toda una muchedumbre”. (Romanos 5: 15)

Blogumulus by Roy Tanck and Amanda Fazani

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