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miércoles, 15 de diciembre de 2010

La antítesis de la sabiduría

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genciencia.com
Conserva el depósito de la fe, evita las palabrerías inútiles y mundanas así como las discusiones procedentes de una falsa ciencia. Por darle crédito, algunos se han alejado de la fe. La gracia esté con todos ustedes.”
(1a. Carta a Timoteo 6:20-21)

Un sacerdote me llamó y me preguntó si podía ayudar a un estudiante que estaba teniendo ciertos problemas escribiendo un ensayo para un curso que tomaba en la Universidad. El estudiante me trajo el libro usado como texto en el curso. El me dijo que el texto no tenía ni pies ni cabeza para él. La profesora le estaba dando solo malas notas y a él le estaba saliendo una úlcera. Me tomó varios días para entender lo que la autora del texto estaba tratando de decir. Tuve que leer muchas secciones un par de veces. Las oraciones eran largas y complicadas. Ella usaba palabras que no estaban en el diccionario y que aparentemente la maestra que era autora del texto había inventado. Hubiera sido más fácil si el libro hubiera estado en griego. A pesar de eso, después de algo de investigación fui capaz de comprender el objetivo de la maestra. Me di cuenta que ese libro correspondía perfectamente con los sonidos vacíos y los pseudo conocimientos acerca de los cuales San Pablo había advertido a TImoteo.

En griego, la palabra en la carta de San Pablo traducida como absurdidad es antitesis. Si la tesis es lógica, entonces este texto de la maestra perfectamente entra en esa descripción de algo absurdo, ya que en su mayor parte es ilógico. Al parecer la autora estaba impulsada por deseos perversos que le llevaba a atacar el valor de la vida, familia, matrimonio, maternidad; es decir, y lo que significa ser un hombre o una mujer. Según el libro de la maestra, todo lo que creemos como real y natural no es nada más que una construcción social designada para oprimir a las mujeres.

El libro montaba un ataque frontal contra la ley natural y la lógica. De ninguna manera se puede discutir con estas personas que creen en lo absurdo, porque ellas rechazan la lógica y la ley natural, que son la base para cualquier discusión razonable.

Desafortunadamente, en muchas escuelas algunos profesores enseñan lo absurdo y en esos casos los estudiantes deberían hacer caso a la advertencia de San Pablo evitando esta ciencia falsa.

jueves, 9 de diciembre de 2010

La casa del valiente

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“Porque Dios no nos dio un espíritu de timidez, sino un espíritu de fortaleza, de amor y de buen juicio”.
(2a. Carta a Timoteo 1:7)

Frecuentemente me preguntan padres de familia como pueden criar a sus hijos de manera que mantengan la fe. La mejor respuesta que puedo dar viene de una amiga que es un ejemplo maravilloso de serenidad y de la fe cristiana gozosa. Al conocerla uno no pensaría que tuviera preocupaciones en la vida, cuando de hecho su marido ha tenido serios problemas de salud y tres de sus numerosos hijos han nacido con defectos de nacimiento. Mi amiga está convencida que los papás que dan a sus hijos un ejemplo de valor frente a las dificultades sienten las bases de una fe que no puede ser sacudida.

Estamos criando niños en tiempos de guerra moral y cultural. La gran cultura de guerra hace estragos en nuestro alrededor. Ya no es fácil ser cristiano. Viendo todos estos desafíos, los padres deberían tartar, en un intento por proteger a sus hijos de lo horrible de la batalla, de construir un fuerte, cavar un foso, levantar el puente y cerrar el portón. A pesar de que es ciertamente necesario mantener al diablo fuera de nuestras casas, podemos encerrarnos sin querer en una prisión de temor. Para enfrentar los desafíos que plantea esta cultura tan hostíl, nuestros hijos necesitan un ejemplo de coraje.

Si nuestra meta es que nuestros hijos mantengan la fe, tenemos que enseñales como compartir su fe con otros. Sus amigos frecuentemente están sin respuestas y necesitan saber que Dios los ama. Nuestros hijos son capaces de ser propagar la fe. Nada construye más la fe que ser el mensajero que trae las buenas noticias. Cuando los adolescentes empiezan a dar testimonio a sus amigos, esos amigos frecuentemente se motivan a estudiar su fe.

Algunas veces nosotros papas queremos sinceramente que nuestros hijos mantengan la fe. Estamos temerosos cuando vemos que uno de sus hijos con un verdadero amor cristiano ayuda a alguien con problemas. Si nosotros papás realmente creyeramos que vale la pena tener fe, debemos regocijarse cuando nuestros hijos tienen el coraje de alcanzar a aquellos que la necesitan.

Blogumulus by Roy Tanck and Amanda Fazani

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