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miércoles, 26 de agosto de 2009

¿Hay santos patrones para las victimas de rapto o abuso sexual?

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El sacerdote norteamericano Michael Freze publicó en un periódico católico nacional los nombres de algunos de los patrones de las victimas de rapto y de abuso físico.
El nombra a Santa Elodia entre los santos patrones de los que han sido abusados de niños. Ella era una santa del siglo nueve cuyo padrastro, un musulmán, la trató con mucha crueldad por razón del odio que sentía hacia la fe cristiana. En el siglo dieciséis, Germaine Cousin fue escondida por su padre y madrastra porque nació con una mano deformada. Ella estaba obligada a dormir en un establo y le dieron de comer las sobras de la mesa.

Algunas víctimas del abuso físico de sus esposos fueron Fabiola, la esposa de un noble romano, quien murió en 399, y Godelieve, que sufrió de hambre y fue golpeada por su suegra antes de que fuera asesinada en 1070 por orden de su esposo, Bertolf. Las víctimas del incesto y los que sufren por tener problemas mentales o emocionales pueden invocar a Santa Dympha, cuyo padre enfermo le cortó la cabeza porque quería casarse con ella después de que había muerto la mamá de ella. En 880, Santa Solanga fue asesinada por alguien que quería raptarla y del cual ella intentó huir.

Finalmente, hay María Goretti (imagen) que tenia 12 años, asesinada en la primera parte del siglo 20 por un vecino enloquecido mientras que se defendía de su agresor sexual. En 1950 el Papa Pío XII la proclamó santa y la presentó a los jóvenes del mundo como un modelo de la pureza.

martes, 18 de agosto de 2009

Lo hizo por su hijo

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¡Con cuánta facilidad se derrama por doquier el veneno de la difamación y calumnia! Y en muchas ocasiones sin fundamento o seguridad alguna.

Me contaron hace unos días la historia de un niño sincero y atrevido. Un buen día Oscar, en un arrebato de honestidad le dijo a su madre: "Mamá, eres hermosa...". La madre no pudo menos que enternecerse y sonreír dulcemente. Pero el hijo, pasados unos segundos, añadió: "pero tus manos son tan feas..."

Pocos días después Oscar conocería la historia de esas manos: Hace tiempo dormía profundamente un niño. De pronto se encendió el mosquitero de la cuna y las llamas amenazaron la vida del bebé. La empleada corrió despavorida, mas la madre heroica y decidida, dominó el fuego a manotazos, salvando de las llamas a su hijo. Y sus manos del color de armiño quedaron sin piedad carbonizadas. Cuando al final las vendas le quitaron, sus manos por el fuego deformadas le quedaron.

El pequeño escuchaba a su padre sin pestañear. Cuando terminó el relato, Oscar, con lágrimas en los ojos, corrió hacia su madre, y le dijo entre sollozos: "No hay manos cual las tuyas en el mundo, madre".

¿Cuántas historias semejantes permanecen ocultas? Sin embargo nunca faltarán niños o adultos atrevidos, sin pelos en la lengua. Por ello cada día leemos o escuchamos comentarios y críticas de todos los gustos y colores. Detestamos las manos feas, o el comportamiento de fulanito o menganita.

Oscar nunca más se quejará antes de conocer los motivos de tal o cual acontecimiento. Esta pequeña historia podría enseñarnos a desterrar de nuestra vida el famoso: piensa mal y acertarás.

¡Con cuánta facilidad se derrama por doquier el veneno de la difamación y calumnia! Y en muchas ocasiones sin fundamento o seguridad alguna. Después llegan los lloriqueos, las quejas y excusas: yo pensaba, había leído, me parecía que.... Pero ya es tarde. El veneno mortal de la crítica ha corroído y destruido la fama del prójimo. Todos le apuntan con el dedo. Le cierran el paso o le desprecian.

Ojalá se agradeciera y premiara con más frecuencia a tantos y tantos héroes desconocidos como la madre de Oscar. La historia suele dejar en el tintero a estos héroes. ¡Cuántas sorpresas nos llevaríamos! Se descubrirían las hazañas y méritos de muchas personas que han sido blanco continuo de nuestras críticas.

Te encontrarías en el índice de ese libro: mamás que se desviven por sus hijos por puro amor desinteresado, sin recibir nada a cambio; políticos, soldados, misioneros, amigos y enemigos. Algún día no muy lejano todos ellos recibirán su recompensa. / Clemente González . Es.Catholic.Net

Santa Rita no mató a sus hijos

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Según la biografía de Santa Rita escrita en La Vida de los Santos de Butler los padres de Santa Rita la casaron cuando era muy joven con un hombre brutal y libertino, de un temperamento violento. Rita tuvo dos hijos con él quienes, desafortunadamente, imitaron su ejemplo y no el de ella. Después de 18 años de casados su esposo tuvo un tipo de conversión. Poco después él fue llevado a casa y entregado muerto a Rita.

La historia cuenta que su cuerpo estaba cubierto de heridas----lo que implicaba que había sido asesinado.

Sus hijos juraron que vengarían la muerte de su padre. Santa Rita, tomando en cuenta únicamente los mejores intereses de sus hijos, oró que ellos murieran en vez de cometer el pecado gravísimo de matar a otro ser humano y así perder sus almas. Los hijos de Rita se enfermaron seriamente. Ella los cuido en su enfermedad y parece ser que logró que ellos perdonarán a su enemigo y también le pidieran el perdón a Dios.

Este relato difiere substancialmente del cuento de que ella mató a sus hijos. Manifiesta que la gran preocupación de Rita por la salvación espiritual de los hijos era superior a su deseo de que continuaran con vida física en este mundo.

Casi todas las biografías de los santos relatarán el resto de la historia de Rita-----como ella entró en el convento en Cascia después de que la habían rechazado varias veces porque había estado casada, como ella había practicado severas penitencias y era devota a los sufrimientos de Cristo.

Pero, ¿puede una asesina llegar a ser santa? Un asesino, como cualquier otro pecador, puede experimentar una conversión y cambiar tan radicalmente su vida que puede alcanzar un grado muy alto de santidad.

Si deseas decir que San Pablo era un asesino o no, él era un cómplice en la muerte de San Esteban. Pero Pablo (que en ese momento se llamaba Saulo) tuvo una conversión y llegó a ser uno de los más grandes santos de la Iglesia.

Es interesante notar que hay otros hombres quienes, mientras eran paganos, mataron para adquirir o mantener el poder y que experimentaron una conversión a la fe cristiana y llegaron a ser santos; por ejemplo, Salomón de Britania y Vladimiro de Kiev.

¡La gracia de Dios puede realizar grandes cosas en las personas que abren su corazón a el!

miércoles, 12 de agosto de 2009

¿Qué significa “la espina en su carne” según San Pablo?

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Ninguno sabe con seguridad que significa lo que dijo San Pablo cuando habló de la espina en su carne. Algunos han especulado que él hablaba de las tentaciones de la carne. Pero, Tomás O’Curraoin, en Un Nuevo Comentario De La Sagrada Escritura, dice que este seguramente no era el caso. El sugiere que era una dolencia crónica y humillante con ataques agudos, así como la malaria.

Otro autor escribe que ciertamente San Pablo no hablaba de una enfermedad. Dice que algunos dicen que la espina de San Pablo es la persecución de los que anteriormente compartían su misma religión. En el Nuevo Comentario Bíblico de San Jerónimo un estudioso por nombre Murphy O’Connor comenta que muchos interpretan esta frase diciendo que se refiere a una indisposición psíquica o física que, en la tradición judía, hubiera sido causada por Satanás o un demonio.

Sin embargo, este último autor inmediatamente comenta que en realidad el pasaje sugiere una fuente externa y personal de aflicción. El escribe que en el Antiguo Testamento ‘espinas’ significa ‘enemigos’. Por eso la espina en la carne de San Pablo hubiera podido ser la hostilidad que San Pablo encontró en sus propias comunidades.

miércoles, 5 de agosto de 2009

¿Qué quería dar a entender San Pablo cuando dijo, “No hago el bien que quiero”?

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En su Carta a los Romanos, San Pablo dice, “El querer está a mi alcance, el hacer el bien, no. De hecho no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero” (7:18-19). San Pablo está describiendo su propia experiencia y la experiencia de todos nosotros.

Muchas veces reconocemos y aspiramos a lo que es bueno y hermoso, lo que complace a Dios. Sin embargo, mientras que sentimos la atracción a lo que es bueno, algo diferente nos atrae alejándonos de lo que es bueno, y de hecho hacemos el mal que no queremos hacer.

Se puede decir que hay algo de luz y oscuridad en cada uno de nosotros. San Pablo habla de estos elementos que luchan el uno contra el otro como el espíritu y la carne.

Deseamos hacer el bien pero a veces fallamos en hacerlo. Aborrecemos el mal y, sin embargo, estamos atraído a el y caemos-pecamos. Nosotros necesitamos la gracia de Dios para hacer el bien, para vivir según la ley de Dios, para perseverar.

Blogumulus by Roy Tanck and Amanda Fazani

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