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sábado, 24 de diciembre de 2011

Mensaje para quien no pudo dejar un regalo en su árbol de Navidad

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“En esta Nochebuena nuestro árbol navideño estará vacío de regalos. Nada, ni siquiera una flor o un caramelo envuelto con papel de regalo. Estará sólo el pesebre y un Jesús vivo, apenas naciendo, con María, José y los animalitos.


 En casa siempre nos acostumbramos al árbol de Navidad repleto de regalos. Éramos siete: papé, mamá y mis cuatro hermanos. Luego, con los sobrinos, los regalos se multiplicaron. Éstos nunca fueron el centro de atracción, pero hacían al encanto de la Navidad, porque significaba donarse al otro en un desprendimiento material, para ver una sonrisa en un rostro, donde primero brillaba el niño Jesús en medio.

Un 2012 extraño. En Argentina, por primera vez, un presidente fue reelecto por el 54% de los votos por una situación económica más positiva y estable de la que hoy vive Europa y Estados Unidos. Hoy, 24, nos levantamos a las 7. Desayunamos lo poco que había y nos fuimos a comprar el almuerzo y la comida de toda la semana a un Wall Mart atestado de mendocinos: a las 12.40 salimos con la misión cumplida, luego de que yo y Graciela tomáramos un café, para evitarme una hipoglucemia (cuando llegamos al departamento me medí el azúcar y estaba bien: 114).

Hace 20 días cumplimos 5 años de matrimonio. Ella es trabajadora social y docente. Tiene dos trabajos y está agotadísima. Yo soy periodista y docente, también con dos trabajos, aunque uno de ellos es temporal. Los dos fuimos a la universidad, nos graduamos y luego hicimos posgrados. Fuimos buenos alumnos en la primaria, secundaria (ella fue escolta del abanderado) y universidad (hicimos nuestras respectivas carreras prácticamente en los años previstos para cada una de ellas). Trabajamos a full más que nunca. Pensábamos que a esta altura de la vida el haber estudiado nos iba a dar una buena situación económica, como te dicen cuando vas a la escuela (eso de que “con título tenés futuro”). Pero la inflación y los impuestos de Argentina nos liquida y apenas nos deja existir. Pero, por alguna razón que sólo con Jesús en medio se entiende, todos los días agradecemos a Dios porque estamos juntos y nos amamos.

Cuando hoy, por la tarde, descansaba en mi cama, recuperándome de un dolor de cabeza, fruto del agotamiento de las últimas semanas, se me vino la imagen de nuestro arbolito de Navidad, por primera en mi vida sin regalos. En ese momento sentí que Dios nos decía: “vos sos mi regalo. Ustedes son mis regalos”.

 ¿No será un facilismo cristiano, (esos mensajes de consuelo que los católicos solemos inventar para sentirnos bien)?, me pregunté. Creo que sí…salvo que la verdadera respuesta exija el esfuerzo más difícil para mi...(renunciar más al mundo, rezar más, estar más conciente de que Jesús está en medio de todas las personas que veo, vivir con su permanente compañía, darle más a los pobres y ofrecerle todas las cosas que hago a lo largo del día. En síntesis: vivir con más Amor).

“Vos sos mi regalo. Ustedes son mis regalos”, es lo que finalmente me dijo.

Y por eso se los quería transmitir para esta Navidad, como regalo a ustedes, ya que esta vez ese pesebre, que ya no aparece en la TV como durante mi infancia en los setenta, fue quien nos hizo el regalo.

Dios los bendiga. Feliz Navidad, con Jesús en medio, y te invito a que compartas tu experiencia en este blog”.

Mario Simonovich

jueves, 8 de diciembre de 2011

Qué significa María Purísima en el mundo de hoy

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El 8 de diciembre, día de la Inmaculada Concepción de María, la Purísima. Es una de las fiestas religiosas más arraigadas en la cultura popular mendocina. Justamente puesta de relieve por el feriado.

La figura femenina de la Madre de Dios es uno de los símbolos más poderosos e incisivos de la tradición católica. En esta fiesta, el catolicismo muestra su rostro más genuino. ¿Cómo sintetizar el mensaje? Yo lo diría sencillamente así: Dios humaniza. La cercanía del Dios cristiano potencia lo más humano del hombre: su cuerpo y su libertad.

Si la modernidad separa a Dios y al hombre, el modo típico de pensar que surge de la tradición católica conjuga ambas realidades: Creo en Dios que salva al hombre.

Esta mujer -María Purísima- es signo de la potencia dignificadora de la vida que encierra la fe. Porque tener fe (creer) es ver la realidad en toda su amplitud (a Dios y al hombre) y, de esa manera, tener vida plena.

Los tiempos cambian. También las personas. Pero la fe se mantiene siempre la misma, idéntica en su sustancia aunque palabras y símbolos adquieran formas nuevas. Idéntica en su capacidad de unir a Dios con el hombre, y de ofrecer la garantía más fuerte para militar por la dignidad humana.

Artículo publicado por el Sergio Buenanueva, obispo de Mendoza, en diario Los Andes.

lunes, 30 de mayo de 2011

Sé tu mismo

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“Y todo lo que puedan decir o hacer, haganló en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él. Cualquier trabajo que hagan, háganlo de buena gana, pensando que trabajan para el Señor y no para los hombres. Bien saben que el Señor los recompensará dándoles la herencia prometida. Su Señor es Cristo y están a su servicio.”
(Carta a los Colosenses 3:17,23-24)

El profesor de Religión le preguntó a Roberto: “¿Puedes darme una cita de alguno de los santos?” Roberto, que estaba estudiando las notas para su examen de Inglés dijo: “Sé tú mismo”. “¿Y qué santo dijo eso?”, preguntó el profesor.”¿San Pablo?” susurró Roberto tratando de adivinar. “No,” dijo el maestro, que había visto las notas, “fue escrito por Shakespeare.” “Apuesto que las copió de San Pablo”, dijo el niño.

Claro Shakespeare no copió las palabras de San Pablo, pero podría haberlo hecho, si hubiera leído con atención este pasaje de Colosenses. San Pablo, en efecto, nos está exhortando a ser lo que realmente somos en todo lo que hagamos. Para recoger el significado del pasaje Shakespeare tendría primero que haber consultado una fuente más vieja. Al filósofo de la Antigua Grecia Sócrates le gustaba consultar el oráculo de Delfi: “Conócete a ti mismo”. Para ser lo que realmente somos, uno primero debe conocerse. 

Una de las frases favoritas de San Pablo es “en Cristo” que va a nuestras raíces: somos miembros del Cuerpo de Cristo. Para actuar como verdaderamente somos tenemos que actuar siempre en el nombre de Jesucristo, porque hemos estado unidos íntimamente con él. Podemos actuar desde el corazón, porque nuestros corazones pertenecen a Cristo quien los llena de gracia. No debemos quedar indecisos entre la literatura inglesa y la filosofía de la Antigua Grecia, debemos descubrir qué es lo que significa hablar y actuar con el corazón afianzado en Cristo. El Evangelio es el punto de referencia  con el que verificamos la autenticidad de nuestras palabras y hechos. Buscamos ser verdaderos con nosotros mismos siendo verdaderos con Cristo, no por otra causa, sino por la causa de EL. Ser verdaderos con El es ser agradecidos con su amor. Y solamente siendo verdaderos con El podremos servir genuinamente a otros.

La recompensa es grande: Nosotros que somos el Cuerpo de Cristo, somos los herederos de su Gloria. ¡Demos siempre gracias a Dios!

miércoles, 11 de mayo de 2011

Respuesta a un mensaje de Alejandro

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"Buen dia, Me llamo Alejandro, mi beba se llama Valeria, tiene una semana de fallecida y siento mucho dolor porque no se si hicimos lo necesario para que siguiera viviendo o simplemente es la voluntad de Dios. Fue muy rapido que paso de ser una nina sana a estar descansando... tambien siento inquietud por saber como esta y si es que sufre cuando nosostros lloramos y si nos extrana... Gracias..".


Alejandro: 
“La muerte nunca es algo que Dios quiere, pero la muerte es la puerta a la vida eterna y en el caso de su niña, Uds. pueden estar seguros que ella goza de la plena felicidad del cielo por estar por toda la eternidad en la presencia de Dios, quien según San Juan en su primera carta es amor.


Los padres de niños que mueren, muchas veces se preguntan si hicieron los suficiente y lo correcto para mantenerla con vida y la respuesta casi siempre es sí, hicieron todo lo que estaba a su alcance, es decir, no contribuyeron a su muerte.

En el Reino de Dios no hay tristeza ni lágrimas, pero los que están allá sí ven y entienden nuestro sufrimiento, porque existe ese lazo de amor, entre padres e hijos, aún cuando uno o el otro está en el Reino de Dios.”

lunes, 9 de mayo de 2011

Regalo de uno mismo

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Nuestra Señora de Jerusalén
Por el contrario nos hicimos pequeños entre ustedes, imitando a la madre que juega con su criatura. Y era tal nuestra preocupación por ustedes, que estábamos dispuestos a darles, no solo el Evangelio, sino también nuestra propia vida, tan queridos habían llegado a ser para nosotros.
(1a. Carta a los Tesalonicenses 2:7-8)

Mi hermana recientemente tuvo su primer bebé, ¡Que bebé más lindo! Mara ha crecido con una velocidad increíble, en cada visita al doctor supera en peso al 99% de los bebés de su misma edad.

Cristina llama frecuentemente para reportar: “¡Mara ha estado amamantando todo el día, va a crecer nuevamente!” A veces solamente llama para compadecer, porque ha estado todo el día dándole de tomar leche, sin importarle cuanto tiempo esté haciéndolo.

Hablamos y reflexionamos sobre lo que vemos a nuestro alrededor: una cultura de distancia entre las madres y sus bebés. Es tan fácil para el bebé ir de la cuna a la mecedora y de ahí al asiento para el carro con solamente un par de paradas en los brazos de alguien para comer. “No hay amor sin sacrificio propio”, mi hermana y yo estamos de acuerdo. En efecto, ese tiempo amoroso entre la madre y su hijo, cuando la madre amamanta al bebé con su propio cuerpo, deleita al niño con su propia sonrisa o lo mece con su propio cuerpo, todo eso es la primera experiencia que tiene el niño del amor sacrificado. Es más, es la primera experiencia del niño del amor divino.

En el Arte Sagrado vemos a veces en paralelo las imágenes de Jesús crucificado y María amamantando
al infante Jesús en su pecho: el sacrificio personal de María anticipando el de Jesús, el sacrificio personal
de Jesús haciéndo el de ella posible. Pablo muestra una imagen similar en los Tesalonicenses, “nos hicimos pequeños entre ustedes, imitando a la madre que juega con su criatura.” En esta hermosa imagen de María él nos enseña que el Evangelio entra en el mundo, no como simples palabras, sino como un regalo de su persona y su presencia, en cuerpo y sangre.

Así es para todo nosotros los que buscamos llevar el Evangelio a otros, como madre amorosa, padre
compasivo y amigo fiel. ¡La palabra se debe hacer carne!

martes, 3 de mayo de 2011

Niños de la luz

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“Pero ustedes, hermanos, no andan en tinieblas, de modo que ese día no los sorprenderá como lo hace el ladrón.Todos ustedes son hijos de la luz e hijos del día: no somos de la noche ni de las tinieblas”
(1a. Carta a los Tesalonicenses 5:4-5)

Imagen: doble-via.blogspot.com
Una vez escuché el consejo de una sabia madre de como ella limitaba el tiempo de televisión a sus hijos. La televisión, les explicaba ella a sus hijos, es una luz. Nosotros solamente necesitamos luces en la noche o en la oscuridad de los días lluviosos. Esos son los momentos cuando podemos encender la televisión.  Desde que escuché ese consejo, he pensado en esa simple premisa: ¡la televisión es una luz!

 No es de extrañar entonces que nos sintamos atraídos por la luz cuando la oscuridad llega. O tal vez nos sentimos atraídos por la otra luz, la computadora, con ese brillo similar del internet. Incluso nuestros celulares tienen luces. 

La edad moderna tiene su propia definición: “Niños de la luz” o “Niños de los nuevos medios”. A diferencia de las muchas generaciones creyentes que ya se fueron, que terminaban su día con una plegaria de misericordia, nosotros terminamos nuestro día con las luces de los noticiarios y telenovelas de fondo. Requiere un esfuerzo muy grande para volver a la otra era, un tiempo donde la luz no se podia tener con el simple toque de un dedo. ¡Pero debemos volver! El tiempo de la noche trae con él algo más que la oscuridad. ¿Cuán seguido la fatiga del cuerpo trae los problemas del alma? Todas las ansiedades del día vuelven a salir en la oscuridad. Cuando no podemos dormir por las preocupaciones  nos vemos tentados a levantarnos y prender la television. Hacemos cualquier cosa con tal de sacar nuestra mente de los problemas. Pero esa luz es simplemente una distracción. 

El brillo de la televisión no puede conquistar nuestros oscuros miedos. En efecto, la oscuridad de la noche puede solamente encontrarse con la luz de la fe.Este es el tiempo para tomar la Biblia, el Rosario o nuestro libro de plegarias. ¡Convirtámonos realmente en niños de la luz! 

martes, 12 de abril de 2011

Vestido para el éxito

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“Nosotros, en cambio, por ser del día, permanezcamos despiertos; revistámonos de la fe y del amor como de una coraza, y sea nuestro casco la esperanza de la salvación.”
(1a. Carta a los Tesalonicenses 5:8)

Imagen: conventos-clausura.blogspot.com
Los expertos en cultura nos dicen que aquellos que son exitosos son aquellos que decidieron primero colocarse el vestido del éxito. Los vendedores y las mujeres que trabajan fuera de la casa tienen más probabilidades de tener éxito si están haciendo sus llamadas de ventas en un traje que en sus pijamas. Incluso las mamás que trabajan en casa son más productivas si se cambian las batas de dormir y pantuflas y se “colocan zapatos”. Por lo tanto no es de extrañar que San Pablo nos anima para vestirnos en la fe y equiparnos con las virtudes de la fe, la esperanza y el amor. Es tentador concluir que este tipo de pensamiento es extraño pero no es para una persona moderna.

Después de todo, tenemos muchas más maneras interiores y sicológicas de expresar nuestra necesidad de preparación espiritual. La fe tiene que ver con lo que está dentro de mí, lo que fluye de mí. ¿Quién necesita una tenida de ropa espiritual? ¡Nosotros! Al decidirnos colocarnos el vestido de la fe, nos comprometemos  a vivir externamente la fe que tenemos dentro.

Todo niño que alguna vez ha usado de disfraces conoce este secreto: si tú te disfrazas de rey, es más fácil actuar como un rey; y ciertamente, una cosa es profesar nuestra lealtad a un rey celestial y otra muy distinta ser real hacia los demás,

Al colocarse el vestido de la fe, nos renovamos en una vida de fe que está expresada en nuestro comportamiento y en nuestra conducta, en nuestras maneras y manierismos, en la forma que hablamos y actuamos con los demás. Dejemos, entonces, que las palabras de San Pablo entren al corazón. Hoy pongámonos la coraza de la fe y el amor, y el casco que es la esperanza de la salvación. Esta es un forma espiritual de vestirse para el éxito.

jueves, 31 de marzo de 2011

Perros de casa

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“Debemos dar gracias a Dios en todo tiempo por ustedes, hermanos. Es justo hacerlo, ya que siguen progresando en la fe y crece el amor de cada uno a los hermanos.”
2a. Carta a los Tesalonicenses 1:3

Un sacerdote muy perceptivo con el que conversé recientemente me remarcó el hecho de que es Dios quien nos da vocaciones. Además, en nuestro camino por la vida las demás personas como esposas, esposos, compañeros, sacerdotes y hermanas religiosas nos permiten ver como en un espejo lo que somos. Pensé al principio que era cierto porque la gente alrededor mío me recordaba mis puntos débiles. Fue en ese momento cuando él me explicó que todo lo que nos viene en la vida es para que después de la muerte tengamos menos que purgar. Apostaré que nadie podría admitir que la dificultad en mantenerse fiel a los suyos se encuentra, no tanto en los demás, sino en la propia incapacidad para aceptar lo que ve en sí mismo. Esto se refleja en los tiempos que inevitablemente se gasta con los demás.

Por ejemplo, consideremos la historieta de Chekhov’s  La señora con el perro de mascota. En el cuento el personaje principal comete una más de muchas infidelidades, a pesar de las muchas dificultades
logísticas en que se encuentra. Él se da cuenta de que todas las mujeres que alguna vez amó se enamoraron no de él, sino de una imagen que ellas tenían de él. Yo supongo que si ellas se hubieran enamorado de lo que realmente él era, él las hubiera acusado de provocar el mismo aburrimiento que supuestamente encontraba en su esposa. Sin embargo, cuando aceptamos la compañía de Dios dentro de nuestra vida, en vez de ser como el héroe de Chekhov, un tercer factor emerge: la postura de nuestra familia y amigos que se mantiene con nosotros llega a ser un signo del amor y la misericordia que Dios tiene con nosotros. Por eso, no hay razón para huir. El resultado, como dice San Pablo, es una fe que
florece constantemente y un amor que cada vez se hace más grande.

lunes, 28 de marzo de 2011

Respuesta del padre Adolfo a una consulta sobre el aborto

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En la entrada ¿Perdona Dios a la persona que ha tenido un aborto?, un lector hizo la siguiente consulta:

"Pero cuando uno hace la confesión a un sacerdote sobre el aborto, ¿cómo es su actitud? ¿mira a la persona mal o lo podria denunciar ante la ley?"

La respuesta es la siguiente: 

“Primero el sacerdote no puede denunciarlo ante de la ley, porque todos los pecados y posibles pecados que se dicen en la confesión es secreto. El sacerdote que habla de estas cosas es castigado muy severamente por la Iglesia.

Sobre la otra cosa la gran mayoría de la gente que llega a confesarse es porque tiene pecado. Sería dificil de comprender que el sacerdote lo mire feo, pero esto depende del carácter del sacaerdote.  No debería ser así, ya que el sacerdote debe considerer que -incluso él siendo sacerdote- a veces tiene pecados, entonces debería sentir compasión con esa persona, siendo lo más importante que la persona esté arrepentida de corazón.”

lunes, 21 de marzo de 2011

¿Al fin y al cabo, quién actúa?

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Imagen: Aci Prensa

“Estos son nuestros pensamientos en todo momento mientras rogamos por ustedes: que nuestro Dios
los haga dignos de su llamada y que, por su poder, lleve a efecto sus buenos propósitos, haciendo que
su fe sea activa y eficiente. De ese modo el nombre de Jesús, nuestro Señor, será glorificado a través de ustedes y ustedes lo serán en él, por gracia de nuestro Dios y de Cristo Jesús, el Señor. ”

Muchas veces, cuando la gente habla acerca de la santidad, la impresión que uno se lleva es que la santidad es algo reservada para las personas jemplares entre nosotros, aquellos que pueden concentrarse en las cosas del espíritu poniendo a un lado preocupaciones y quehaceres cotidianos.

Nos olvidamos que no fuimos nosotros los que tomamos la decisión de ser bautizados. Nosotros no fuimos quienes decidimos darnos la existencia. Pero, más importante aún, nos olvidamos que al llegar a tener vida humana, la intención de Dios fue de remover una cierta presuposición de nosotros que nos dice que nuestras ansiedades no preocupan a Dios. Nos olvidamos que para caminar con nosotros a lo largo de la historia, Jesús no se basó en cosas vagas o especulaciones.

El grupo de personas que Jesús eligió para hacer su presencia visible en la historia realizará su misión a través de la eficacia de los sacramentos de la Iglesia. Jesús tiene la energía divina de perfeccionar todo lo bueno y lo no tan bueno de nosotros. La mentalidad que separa la santidad del resto de nuestra vida es la misma mentalidad que niega que Dios desea ser visto objetivamente a través de la Iglesia.

 Esta verdad nos lleva a reconocer que son nuestros propios conocimientos y sabiduría que aseguran la presencia de Cristo entre nosotros. Podemos preguntarnos si es el Cristo de la historia o el Hijo de Dios presente por toda la historia que revela su presencia en el mundo. Esa es la diferencia entre ver
a un hombre parado en la esquina de la calle con un letrero que dice arrepentido y ver a la Madre Teresa recogiendo a un hombre muriendo en la calle de Calcuta. ¿Qué es lo que mueve más nuestros corazones?

Para la Madre Teresa, el relacionarse con Cristo no fue algo que ella hiciera después de limpiar las llagas de un hombre enfermo. Era dentro y a través de las verdaderas llagas que ella se relacionó con Cristo.

lunes, 28 de febrero de 2011

Aquí y ahora

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Imagen: ACIPrensa.com

“Pero nosotros tenemos que dar gracias en todo momento por ustedes, hermanos amados por el Señor, pues Uds. son la parte de Dios y fueron elegidos para que se salvaran mediante la  verdadera fe y fueran santificados por el Espíritu.”
(2a. Carta a los Tesalonicenses 2:13)

Cualquier persona que haya intentado enseñar religión a alumnos de secundaria probablemente aprendió que el hablar a los jóvenes de quarks, la partícula constituyente de la materia, es menos abstracto que el hablar del cielo y del infierno. La verdad es que nosotros percibimos las realidades eternas como irrelevantes en comparación con lo que podemos ver, oir o tocar. Cuando se toca el creer en las acciones de Dios, la mayoría de nosotros las relacionamos más fácilmente con las catástrofes físicas como terremotos o eclipses lunares que con hechos históricos como es la liberación de los israelitas de Egipto; un montón de nómadas en el desierto que cruzaron el mar sin ahogarse y que fueron guiados por un tartamudo, como Moisés.

Y así es con nosotros cuando San Pablo nos dice que somos los primeros frutos de la salvación.  Nosotros pensamos en la salvación como algo parecido al reloj que marca nuestra asistencia al trabajo. Cuando hemos terminado nuestros esfuerzos para vivir nuestra vida del modo más noble posible y alcanzamos el fin de nuestra vida es como terminar la jornada de trabajo. La verdad es que no hay tal cosa como un fin a la jornada de la vida, siendo que tenemos que vivirla noblemente cada hora. La eternidad, el cielo y el infierno son realidades que ya hemos empezado a vivir acá. Diciéndolo sencillamente, o estamos orientados a relacionarnos con nuestro Creador o estamos alejándonos de esa relación. ¡Quien sabe si tal vez pensamos que las personas que van en dirección opuesta o los que están a nuestras espaldas nos van a golpear!

Es por esto, que como cristianos, Él nos ha tomado por el Bautismo miembros de su pueblo definitivo. Así hizo con los antiguos israelitas a pesar de todas sus debilidades, fobias y traiciones. Esos israelitas fueron un signo para los egipcios de que estaban lidiando con algo más grande que un montón de esclavos que fabricaban tiendas de campamento y que hacían ladrillos.

Lo mismo hicieron los romanos que a pesar de exponer a la muerte al puebo elegido de Dios fueron forzados a ver que ellos no podían poner  fin a un hecho histórico.

Al hacernos sus primeros frutos Dios demuestra que EL está en el cielo y que también está presente entre nosotros acá en la tierra.

Una respuesta para los padres que pierden a sus hijos muy pequeños

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Imagen: Aciprensa.com
El 27 de enero último publiqué el post ¿Cuando mueren los niños se convierten en ángeles? Luego recibí una carta de Katia, que me decía lo siguiente:


"Mi niño murió a los 4 años en un incendio. No lo pudieron rescatar. Quiero saber qué es de él y cómo estará si sufre, si me extraña, si me olvido de él o si está tranquilo. Él ya tiene un año muerto y para mi fue ayer que él murió. Me siento mal. Me atormenta la idea de saber que él sufre más de lo que sufrí. Por favor aconséjeme, necesito ayuda".


Katia, quiero decirte lo siguiente: 


El niño después que muere, inmediatamente entra en el Reino de los Cielos, ve a Dios cara a cara y siendo que Dios es amor se llena de este amor divino hasta el tope. Por lo tanto no sufre y está profundamente sereno y feliz. Él reconoce el sufrimiento de su mama, pero no es capaz de compartirlo, pero sí intercede con Dios para que ella esté en paz, reconociendo que él no sufre ni podrá sufrir. Siendo ahora un santo no puede compartir los disgustos, el sufrimiento y  a veces la soledad que son parte de la vida en esta tierra.

lunes, 14 de febrero de 2011

Cuarzo púrpura y palabras grises

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Imagen: transformandoelmundo.wordpress.com

(2a. Carta a los Tesalonicenses 2:15)“Por lo tanto, hermanos, manténganse firmes y guarden fielmente las tradiciones que les enseñamos por palabra o por carta.”

Con frecuencia escuchamos personas, incluso católicos hablar de la muerte de amigos o parientes, “¿Me pregunto si la resurrección existe realmente?” “¿Crees que ella nos puede ver?” En ese momentos así llegan los ateos más testarudos con frases como: “No me importa si no hay vida después de la muerte.” “El punto más importante es vivir ahora y ser ético” En los 1980, existían personas en la ciudad de Nueva York que odiaban la religión organizada. Sin embargo, ponían pedazos de cuarzo púrpura bajo sus camas en los tiempos malos para canalizar la buena energía. Al final, aunque nos guste o no, la certeza acerca de nuestro fin está más relacionada con nuestra naturaleza humana que con pedazos de cuarzo que no nos pueden reaccionar cuando nos dicen por ejemplo que una biopsia es positiva. Recuerdo haber ido al funeral de un amigo mío judío en esos años y me sorpendió el hecho que tenía un rosario entre sus manos en su lecho de muerte. Su familia era religiosa de boca, pero él conoció a un Jesuita en sus últimos días y rezar a Nuestra Señora fue una posibilidad que él no quiso excluir. Eso fue bastante curioso para mí porque, si hubieran conocido a ese hombre, sabrían que era el tipo de persona que necesitaba la seguridad en su vida como por ejemplo al levantarse encontrar su panadería favorite abierta.

No importa cuanto nos molestemos o gritemos sobre nuestro destino. Dios sabe lo que sucederá con anticipación. Por eso no dejas el conocimiento de tí mismo o de tu destino a ninguna adivinación; al contrario, elije un método de Encarnación que es históricamente transmitida por testigos  y que garantiza su espíritu para protegernos de cualquier distorción.

Estatutos claros, testigos simples, un hombre llevado al cielo desde la muerte y visto por sus amigos, es lo que nos ha sido comunicado sin ambiguedad por 2000 años para que podamos estar seguros de nuestro destino.
Esto es nuestra fe Cristiana. 

martes, 8 de febrero de 2011

La culpa

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Imagen: arandapolitica.blogspot.com
(2a. Carta a los Tesalonicenses 3:3)“El Señor es fiel: a ustedes los fortalecerá y preservará del Maligno.”

En la niñez las pesadillas toman forma de mounstros cazándonos. En la edad adulta las imágenes cambian por otras más sofisticadas que reflejan cosas como el miedo de volar o ansiedad acerca de la relación que tenemos con nuestro padre o nuestro jefe.

Es divertido como Dios nos enseña lo que es la maldad. Cuando somos niños, nos hace percibir mounstros que nos atrapan. Cuando somos adultos creemos que hemos superado estos temores, ciegos a la identidad del monstruo y llenos de culpas por cómo hemos sido enrredados con sus trucos. Y es aquí cuando quedamos atrapados: nos entrenamos para acostumbrarnos al descontento y enajenación del mal, desde que el truco del pecado no es el Diablo mismo así como el odio o desinterés que engendra, el sentido de que no somos hijos del Padre y que no podemos darle la cara. Así construímos nuestras vidas y nuestras culturas, en torno al dolor de la pérdida de identidad.

La poeta Anne Bradstreet, en el poema Al quemar nuestra casa, cuenta en verso como el fuego destruyó su casa en 1666. Debió ser algo que ella merecía por haber puesto tanta importancia a las cosas materiales, como si necesitara un tipo de auto-recriminación para complacer a Dios. Pero, eso nunca es el caso.

Cristo nos protege del Mal ofreciéndonos su libertad, que siempre abre la puerta a la atracción de su amor. Todo lo que Cristo nos pide es nuestro arrepentimiento, es decir, el ser capaces de reconocer que hemos ido en contra de nosotros mismos y de la realidad. Es por eso que necesitámos una acción concreta. Esa acción es la confesión, siendo que la buena nueva de nuestra salvación es que Cristo mismo nunca nos culpa. El no se queja de nosotros, sino que muestra misericordia en todo momento - algo que ninguna cultura humana antes de la llamada de Abraham, nuestro padre en la fe, aún había oído. 

martes, 1 de febrero de 2011

La maldición del BMW

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“Pues al llegar al mundo no trajimos nada, y al dejarlo tampoco nos llevaremos nada. Conformémonos entonces con tener alimento y ropa. Los que quieren ser ricos caen en tentaciones y trampas; un montón de ambiciones locas y dañinas los hunden en la ruina hasta perderlos.”
(1a. Carta a Timoteo 6:7-9)

Imagen: jitieneblog.blogspot
Actualmente vivimos en una sociedad donde muchas veces colocamos las posesiones materiales sobre y en contra de todos los regalos maravillosos que Dios nos está dando. Incluso también nosotros los católicos podemos caer en egoísmos cuando pensamos en el tamaño de nuestras familias. No hay duda que 17 coches BMW requieren menos  mantenimiento que 17 niños, pero acaso ¿no son 17 niños mucho más valiosos que 17 BMW?  El Catecismo de la Iglesia Católica asegura: “La Sagrada Escritura y las prácticas tradicionales de la Iglesia Católica ven en las familias numerosas una señal de la bendición de Dios y de la generosidad de los padres.” (CCC 2373)Si alguien te cuenta que tiene una colección de 17 coches BMW, distintos modelos, ¿piensas que tu respuesta sería : “¡Que locura más grande!” ?  No. Probablemente tu respuesta sería: “Eso es impresionante, ¿puedo manejar uno?”. Ahora que tal si alguien te cuenta que tiene 17 hijos, honestamente tu respuesta será más cercana a “es una locura” o “es impresionante”.


Las familias numerosas no se deben solamente a la bendición de Dios sino también a la generosidad de los padres. Esta generosidad se ve en sacrificar las posesiones materiales que pudieron haber tenido si no hubieran aceptado la bendición de hijos. El ver al regalo de la vida como una carga es un efecto del pecado. Esta forma de ver la vida se difunde por nuestra sociedad. Las familias numerosas se oponen a esta tendecia por el simple hecho de que están presentes en la sociedad. Las familias numerosas no son solamente una bendición para la familia inmediata sino también para el resto de la sociedad. Las familias numerosas nos recuerdan que la vida es un regalo de Dios y ¡que regalo tan precioso es! , más precioso aún que 17 BMWs.

“No hemos traído nada al mundo, así como no podremos llevar nada de el” 

martes, 11 de enero de 2011

En Dios confiamos

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boticorleone.blogspot.com

“Debes saber que la raíz de todos los males es el amor al dinero. Algunos, arrastrados por él, se extraviaron lejos de la fe y se han torturado a sí mismos con un sin número de tormentos”
(1a. Carta a Timoteo 6:10)

Difícilmente podemos culpar al dinero en sí, porque en cada billete de un dólar en los Estados Unidos tenemos un claro recordatorio: “En Dios confiamos.” ¿Porqué es entonces el amor al dinero la raíz de todos los males?

En primer lugar, es muy fácil encontrar una referencia a este versículo de la Escritura en ocasiones que no corresponden e interpretándolo de mala manera, “el dinero es la raíz de todos los males”. Lo que dice San Pablo es claro y él no dice lo anterior siendo que mayormente se esfuerza en predicar el cuidado de los pobres y por eso él hizo muchas colectas en favor de los pobres. Más bien, es el desordenado amor al dinero que claramente es la raíz de todos los males. ¿Por qué es así? El dinero para algunas personas representa de uno u otro modo el poder: en la salud, el dinero nos da el poder de decidir a que doctores ir; en la educación, el dinero nos da el poder de decidir dónde y quiénes  educarán a los hijos; en el consumismo, el dinero nos da el poder de poseer bienes que otros no pueden tener y que son superfluos. Frecuentemente en el dinero confiamos se convierte en una profesión de fe y en un sentimiento que no expresamos con palabras.

El hecho es que mientras más posesiones tenemos más nos encontramos plagados con preocupaciones. Nos preocupamos de la mantención y la seguridad por esas posesiones nuestras. 

También nos preocupamos de obtener nuevos y mejores elementos cuando el tiempo llega a los que ya tenemos. Nos preocupamos tanto de las cosas que colocamos a las personas que nos rodean en segundo lugar. Si realmente vemos el billete de un dólar y seguimos su mensaje, no lo deberíamos guardar más de lo justamente necesario, es decir, lo suficiente hasta encontrar otra persona que necesite el mensaje del billete también. “En Dios confiamos” no es solamente un diseño para un billete: es un modo de vivir la vida que nos mantiene fuertes en la fe y libres de muchos dolores.

jueves, 6 de enero de 2011

La persecución

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Fuente: ACI Prensa
“Procura ser religioso y justo. Vive con fe y amor, constancia y bondad”
(1a. Carta a Timoteo 6:11)

San Pablo no nos pide estudiar que es la justicia, la devoción, la fe, el amor, la paciencia y la bondad, o pensar en ellos o rezar para poseerlos. El nos pide perseguirlos, es decir, ir detrás de ellos para poseerlos. ¿Por qué? Porque son muy difíciles de alcanzar.

Algunas veces la traducción de las palabras originales que están en griego o latín no comunican su peso en una traducción española.

Ser justo, a veces se traduce como ser rectos, pero de hecho se refiere al juicio y la justicia de Dios.

Ser religioso no se refiere a una devoción ordinaria. Las personas pueden hacerse devotas a cosas que no valen su respeto. Más bien se refiere a la devoción al bien, la cual se identifica con Dios. Por ejemplo nuestra devoción a los santos debería llevarnos a encontrar a Dios que es la bondad en sí misma.

La fe en el Nuevo Testamento siempre se refiere a una confianza total en Dios y a ser leal a El.

El amor al que se refiere San Pablo acá no es el eros (el deseo sexual), o filantropía (el amor por el servicio caritativo a otros o la amistad creada por un amor puramente humano). El amor más bien es imitar a nuestro Señor quien se entregó por completo a nosotros.

La constancia se ve a veces como resistencia. Esto no es la paciencia humana ni una resistencia natural. Más bien es el poder de esperar pacientemente y soportar la presencia de la tentación, porque sabemos que Dios es fiel y no nos abandona porque somos tentados.

La mansedumbre es a veces confundida con la bondad. Desafortunadamente en el español estas dos palabras denotan debilidad, pero no hay nada de débil en lo que Jesús dice de sí mismo: “Yo soy manso y humilde de corazón.”  Más bien, estamos llamados a perseguir la actitud del mártir que se para delante de sus acusadores y encara la muerte con absoluta serenidad. El sabe que todo está en las manos de Dios. Debido a su mansedumbre, el mártir tiene un poder que aquellos que usan la fuerza no pueden vencer.

No estamos llamados a tener un poco más de paciencia, a tener un poco más de amor, a tener un poco más piadad; al contrario, estamos llamados a ser reflejos de Cristo. Debido a que ninguno de nosotros podemos imitarlo perfectamente, siempre vamos a tener que estar buscando esa perfecta imitación.

Blogumulus by Roy Tanck and Amanda Fazani

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