¡Tu mensaje de bienvenida, twitter o publicidad aqu�!

| Suscr�bete v�a RSS

domingo, 29 de agosto de 2010

Sólo Dios sabe

| 0 comentarios |

“ Yo, por mi parte, estoy llegando al fin y se acerca el momento de mi partida. He combatido el buen combate, he terminado mi carrera, he guardado lo que depositaron en mis manos. Sólo me queda recibir la corona de toda vida santa con la que me premiará aquel día el Señor, juez justo; y conmigo la recibirán todos los que anhelaron su venida gloriosa  
(2a. Carta a Timoteo 4:6-8)

La carrera se terminó. Quizá gané, quizá perdí. ¿Quién sabe? Yo no sé, mis amigos no saben, mis críticos no saben, solo Dios sabe realmente.  Por supuesto los archivos están ahí para que cualquiera los pueda ver en los medios de comunicación. Pero la carrera se terminó, con todo el sonido y la furia, los planes, los sueños, la competencia, el estrés, la contienda. Todos ellos están comenzando a desvanecerse, mientras que algo está comenzando a instalarse: la vejez. La disminución ha venido a vivir conmigo en todo tipo de formas burlonas. Mi abrigo de invierno me cuelga un poco más esta mañana, cuando mi esposa lo sacó del closet con olor a naftalina. 

Y hay un cajón en la despensa que ya no puedo alcanzar más, aunque todavía nadie lo ha notado. Más malo aún y de esto sí que no tengo la intención de hablar: hay una confusion en la apiñada multitud de recuerdos buenos y malos de lo que me ha pasado durante todos estos años. Lo divertido es que las cosas buenas parecen tan claras a veces y puedo reir y revivirlas y adornarlas también, mientras que intento olvidar los detalles de mis faltas.

He luchado duro en la vida, he mantenido la fe, siempre he contado con Dios…. Ahora en el anochecer no puedo leer aunque no me preocupo por eso. Mi perro Ben, se queda a mi lado, fiel a mis pies. Su mandíbula mantiene mis tobillos calientes. El corto día de mi vida se va. ¡Espera un momento! ¡El Señor viene! El es a quien más deseo ver. El ha dicho que traerá la recompensa consigo, pero ¿qué recompensa? Lo único que quiero es a El. ‘Me alegra que te detuviste, mi amigo.’ Tu sabes, que llegará también el momento que tendrás que irte de este mundo. Ese momento llegará más pronto de lo que imaginas. Pero,  yo debo irme.

domingo, 15 de agosto de 2010

| 0 comentarios |

“Pero el Señor estuvo conmigo llenándome de fuerza, para que el mensaje fuera proclamado por medio de mí y llegara a oídos de todas las naciones; y quedé libre de la boca del león. El Señor me librará de todo mal y me salvará llevándome a su reino celestial. A El la gloria por los siglos de los siglos. Amén.  ” 
(2a. Carta a Timoteo 4:17-18)

Pablo encaró la muerte en Antioquía, Iconio y Listra. Gente furiosa lo persiguió en el templo, en las calles e incluso en la prisión.  ¡Hoy en día él estaría en casa en Iraq o en Estados  Unidos! El conoció la mirada del león con su boca abierta sobre él y el sonido del rugido del león en sus orejas. Pero una y otra vez el Señor lo rescató. ¿ Tengo leones en mi vida? ¿Están adentro de mi persona o fuera de ella? ¿Son en su mayoría otras personas o soy yo mismo mi mayor peligro? ¿Podría yo ser un león o una leona? Los leones son relativamente inocentes comparados con las personas.
San Ignacio de Antioquía se hubiera hecho amigo de los leones que estaban esperando por él en el Coliseo: sin embargo, el se refirió a los guardias romanos en el barco que lo llevaron a Roma como fieras.

Sea yo un león o sea que debo encarar a uno, yo sé que el Señor me va a rescatar. En el primer caso, el rescate va a tomar la forma de una transformación. Nada dentro o fuera de mí es demasiado grande para el ingenio amoroso de Dios, lo cual es su misericordia. Nada externo, pasado, presente o futuro es un rival para su amor por mí.  Cuando el Rey Dario, hambriento de su ayuno y molesto por su insomnio de la noche, bajó al amanecer a la cueva de los leones para ver que había pasado con el profeta Daniel, él lloró en temor y angustia, ‘Oh Daniel, ha sido tu Dios capaz de liberarte?’  Sabemos lo que viene. En la oscuridad de la noche Dios envió a su ángel para cerrar la boca de los leones. Ningún daño le ocurrió a Daniel, porque el confió en Dios. A la luz de esta historia podemos dejar que los leones vengan con toda su furia. El miedo se marcha y la esperanza se desliza  con el nuevo día. Para citar el conocido autor americano Russell Ford, se cambian los papeles: “Yo me siento como un león en una cueva llena de Danieles.”

jueves, 5 de agosto de 2010

Viendo la luz

| 0 comentarios |

San Juan Damasco  (676-749). Se conoce a San Juan Damasco como el doctor del arte cristiano y el doctor de la Ascensión de María. Su amor por la belleza y el arte sacó a muchas personas de la melancolía y la oscuridad a la luz de la gracia. Su pensamiento religioso hacia la Virgen María donde la enfatizaba fuertemente como portadora de Dios, lo llevó a él y a la Iglesia a creer firmemente en la Ascensión de María.
Como los 2 hombres ciegos del Evangelio (Mateo 9: 27-31), muchos de nosotros tenemos un tipo de ceguera por la cual no podemos ver y apreciar los diferentes símbolos que sirven como puente sobre el abismo entre lo divino y lo humano. El amor y defensa de imágenes santas es un ejemplo de alguien que ha pasado por este puente. Muchos de nosotros en la Iglesia occidental, sin conocer la tradición rica de la ciencia y el arte de las imágenes sagradas del oriente; ignoramos completamente la belleza única que nace de esa tradición. Nosotros deberíamos gritar: “Señor, ten misericordia de nosotros, porque nosotros no somos capaces de ver el valor interno de tanta arte.”  

Una señal básica de la fe cristiana es nuestro principio sacramental. La vida y la gracia de Dios llegan por medio de signos y eventos. Sacra mentalidad significa que nosotros tenemos acceso a la luz de Dios por medio de palabras, símbolos, himnos, pinturas, etc.  Si tenemos ojos de fe, estaríamos absorbidos por la presencia de Dios. San Juan Damasco mantuvo firmemente éste principio a pesar de mucha oposición, especialmente de la autoridad política.

El arte cristiano tiene varios fines. Uno es sacarnos de nosotros mismos metiéndonos a un mundo más grande. Imágenes sagradas, contempladas en la oración, nos llevan a un santo olvido de nosotros mismos.  El arte abre para nosotros lo que está escondido y nos abre a ver estas verdades. El arte también nos transforma a través de su belleza, sin  buena arte el espíritu se arruga.

El profeta Isaías y San Lucas eran artistas. Ellos pintaron para nosotros con palabras la acción de gracia.  Si tenemos fe, tal vez Dios nos quitará nuestra ceguera y nos bendecirá para ver la gloria divina.
¿Cuál es tu obra de arte favorita?

Blogumulus by Roy Tanck and Amanda Fazani

Entradas populares

.

Add to Technorati Favorites

Porque creo en tu WEB

La hora

.

Para debatir

Palabra de Vida