Dédalo -personaje de la mitología griega- es un auténtico genio; un artista. Prisionero en Creta del rey Minos, decide escapar de la isla con su hijo Icaro. Hará unas alas para volar por el aire. A base de cera y plumas consigue las alas para él y para el hijo. Un consejo claro: volar a media altura, para que el agua no dañe a las plumas ni el sol, con su calor, derrita la cera.
Según el relato clásico, Icaro se deja deslumbrar por el firmamento y el ansia de libertad, y comienza a subir, a subir, haciendo caso omiso del consejo paterno. Al final, el sol ablanda la cera y cae al mar, donde perece ahogado.
El hombre es un ser frágil; cualquier sol fuerte puede hacerle venirse abajo y hundirse por completo. Hay que saber ir siempre a la altura precisa, exacta; la que señala la Voluntad de Dios buscada en todo momento./ Felipe Pérez Dellepiane
martes, 22 de enero de 2013
Volar a la altura precisa
miércoles, 2 de enero de 2013
Cómo ser pacificadores
El mensaje de Pablo VI para la jornada de la paz, dirigido a «todos los hombres que viven en el año1972», concluye con unas palabras dirigidas «a los hermanos e hijos de nuestra Iglesia católica». El Papa nos invita a «llevar a los hombres de hoy un mensaje de esperanza a través de una fraternidad vivida y un esfuerzo honesto y perseverante por una justicia más grande y real».1
Quisiera detenerme en esta exhortación que el Papa hace a sus hijos para que ofrezcan al mundo una fraternidad vivida, y ver cómo podemos nosotros ponerla en práctica y dar a la humanidad un mensaje de esperanza.
Antes que nada podríamos preguntarnos: ¿se da entre los católicos alguna premisa para crear una fraternidad más consciente? Y también: ¿es el mundo de hoy sensible a esa fraternidad?
Si miramos a la Iglesia y a la humanidad, veremos que tanto la una como la otra están sometidas a dos tensiones contradictorias.
La Iglesia camina también hoy –como en todos los tiempos, ya que su destino es el de su Fundador– a lo largo de un vía crucis. Un pulular frenético de nuevas ideas parece amenazar la raíz misma de la fe y de la moral, sembrando la duda en todo y en todos. Una «contestación» general aleja a algunos de sus mejores hijos, empobreciéndola con la pérdida incluso de quienes habían sido elegidos por ella y enviados en su nombre a anunciar el Evangelio. A veces, hasta la Jerarquía eclesiástica es puesta en tela de juicio por quienes, viendo las cosas de un modo exclusivamente humano, le quitan valor al magisterio de la Iglesia.
La humanidad, terreno en el cual la Iglesia vive y de cuyas sacudidas se resiente fuertemente, está perturbada por la división, por el desencadenarse de los instintos contra toda forma de orden y contra toda estructura que nos una entre todos. Además, hay desequilibrios sociales, focos de guerra que se encienden continuamente y que tienen al hombre en vilo por el terror de un conflicto mundial, y otros males morales de hoy que conocemos. En fin, una desorientación en todos los campos.
Sin embargo, paralelamente a este cuadro trágico pero real, observamos un anhelo vago, aunque sincero, de fraternidad y de unidad que supera las barreras existentes y se orienta hacia una visión unitaria del mundo. Unidad que no es un anhelo solamente, sino que, en el campo político, por ejemplo, se realiza ya en formas diversas, inspiradas todas ellas de manera legítima o no en el testamento de Jesús; a la vez que va aumentando el número de naciones que esperan resolver pacíficamente las más graves tensiones. En el campo social vibra en el ambiente un sentimiento de solidaridad, sentido por los adultos y aún más por los jóvenes. Y, además, entre tanta crónica negra, sorprenden ciertos fenómenos recientes de masas de jóvenes que se revelan contra la esclavitud del sexo y de la droga en nombre de Cristo.
En la Iglesia observamos el Pentecostés del Concilio, que sigue alzando su palabra autorizada por encima del murmullo del mundo y le da esperanza; palabra que invoca al cielo para que resplandezca haciendo así «vivir» esta tierra, y a la fe para que se confirme más bella, más auténtica y liberada de lo accesorio; que exhorta al orden moral a restablecerse para salvar al hombre de su propia ruina; que invita a las estructuras sociales a cristianizarse; a los sacerdotes, a ser luz del mundo, y a los obispos a trabajar con el papa para que cada vez brille más la unidad en la diversidad. Y oímos la voz clara, fuerte y segura del Papa que, para instruir y «confirmar a sus hermanos»2 anuncia constantemente la verdad y vuelve a proponer todo lo que ha enseñado el Concilio desmenuzando su doctrina para el pueblo de Dios.
Se advierte también en la Iglesia una nota característica, bella y actual: varios carismas del Espíritu Santo se hacen eco de los deseos expresados por Él mismo en el Vaticano II, cuando llamaba a los cristianos a ser Iglesia en el sentido más profundo y etimológico de la palabra, es decir, comunión, fraternidad viva. De aquí surge todo un despertar de movimientos de origen diverso, animados por un notable sentido de fraternidad en medio de un mundo que también la invoca, pero a menudo en nombre de quien no sabe darla verdaderamente. Grupos que a veces no pueden ni saben ellos mismos medir la potencia que poseen por el hecho de ser cristianos.
Para crear la fraternidad hace falta el amor. Y esto, más o menos, hoy lo saben todos en el mundo. Los mismos musulmanes, que no creen en un Dios Uno y Trino, sino sólo en Dios Uno, son sensibles en muchas partes a una fraternidad apoyada en el amor.
Pero el amor que el cristiano presenta –y aquí está el misterio abismal y la potencia escondida que bien aprovechada puede obrar milagros–, es distinto de cualquier otro amor que exista en el mundo, por noble y hermoso que sea. Es un amor de origen divino, el mismo amor de Dios participado al hombre que, introduciéndose en él, lo hace hijo de Dios.
Y esto es premisa y causa de una realidad incomparable: la fraternidad humana en un plano más alto, la fraternidad sobrenatural.
En esta fraternidad se realiza entonces un hecho que recuerda la Navidad: Cristo surge en medio de los hombres como el Emmanuel, el Dios-con-nosotros. En esta fraternidad los cristianos están unidos en el nombre de Cristo, que ha dicho: «Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos»3 . Se trata de esa fraternidad que –incluso donde la Iglesia se encuentra obstaculizada en su ministerio– puede hacer presente a Cristo entre los hombres. Presente espiritualmente, se entiende, pero presente. Esa fraternidad es la que puede llevar a Cristo en medio del pueblo, a las casas, a las escuelas, a los hospitales, a las fábricas, a las oficinas, a cada comunidad o reunión.
El Concilio y el Papa lo subrayan muchas veces: la comunidad, como una familia unida en nombre del Señor, goza de su presencia. Se trata de esa fraternidad que nos hace Iglesia, como Odo Casel afirma: «No es que la única Iglesia se fragmente en una pluralidad de comunidades individuales, ni que la multiplicidad de las comunidades individuales formen juntas la única Iglesia. La Iglesia es solamente una; dondequiera que esté, está toda entera e indivisa, incluso allí donde solamente dos o tres están reunidos en el nombre de Cristo»4 .
Quizá los cristianos no siempre nos demos cuenta de esta extraordinaria posibilidad. Pero si lo reconocemos en esta Navidad, Dios podría darnos la gracia de acoger mejor y de aprovechar más un don semejante. Esta fraternidad, con cualquiera y en cualquier parte, nos da la posibilidad de no estar solos, pensando o preocupándonos de cómo resolver los problemas humanos. Si lo queremos (y basta estar unidos en su nombre, es decir, con Él y como Él quiere) Cristo está entre nosotros, está con nosotros, ¡Él, el Omnipotente! Y esto infunde esperanza. Sí, una gran esperanza.
Este es el momento de que, en nuestras familias cristianas y en nuestros grupos, en nuestros movimientos surgidos con el objetivo que sea, pero con signo cristiano, y en las obras a las que dedicamos nuestras fuerzas, avivemos esa unidad, esa fraternidad que hace presente a Cristo entre nosotros y nos hace Iglesia, declarándonos abiertamente este propósito nuestro sin temor y sin falso pudor.
Si la Navidad nos recuerda hasta qué punto Dios nos ha amado, esto es, hasta hacerse uno de nosotros, resulta fácil comprender que la lógica de su amor le haga estar siempre interesado en nuestras cosas y deseoso de seguir viviendo en cierto modo entre nosotros, compartiendo nuestras alegrías y nuestros dolores, las responsabilidades y las fatigas, y, sobre todo, ayudándonos como Hermano nuestro. Él no se conformó con hacerse presente cada vez que nos reunimos solemnemente para la celebración de la Eucaristía; o estar presente de otras formas, como en la Jerarquía, o en su Palabra..., sino que quiere estar siempre con nosotros. Y le bastan dos o tres cristianos... ¡ni siquiera hace falta que sean ya santos! Bastan dos o más hombres de buena voluntad que crean en Él y sobre todo en su amor.
Si hacemos esto, surgirá en la Iglesia un pulular de células vivas que, con el tiempo, podrán animar la sociedad que las rodea, hasta penetrar en la masa. Entonces ésta, impregnada del Espíritu de Cristo, podrá cumplir mejor el designio de Dios sobre el mundo y dar un impulso decidido a la revolución social pacífica pero incontenible, con consecuencias que jamás nos hubiéramos atrevido a esperar.
Si Cristo histórico sanó y sació almas y cuerpos, Cristo místicamente presente entre los cristianos sabe hacer otro tanto. Si Cristo histórico, antes de morir, pidió al Padre la unidad entre sus discípulos, Cristo místicamente presente entre los cristianos la sabe realizar.
Si tenemos hombres unidos en el nombre de Cristo, mañana podremos ver pueblos unidos.
Para responder a lo que Dios nos pide a través del Papa, mucho ha hecho ya el Espíritu Santo, así nos parece. Lo que hay que hacer es dar un nuevo impulso a nuestra vida cristiana, siempre demasiado individualista, muchas veces mediocre, pero sobre todo poco auténtica. / ver fuente
Chiara Lubich
Buscar este blog
ShareThis
Padre Adolfo Menéndez

El autor
Nací en USA en 1940 de padre español y madre panameña. Entré en la orden religiosa de los misioneros de San Francisco Xavier en 1959. Fui ordenado sacerdote en 1968. Pasé los primeros 7 años de mi vida como misionero sacerdotal en Japón. Regresé a USA para cumplir unos estudios en religiones comparativas. Después de 7 años me pidieron ir a México donde pase 23 años cumpliendo con varios cargos: atendiendo ranchos que se encontraban en la sierra o en el desierto; siendo maestro y director de una escuela; dando clases de teología en un seminario mayor regional; sirviendo a mi congregación misionera en varios cargos como superior mayor o rector de una casa residencial de estudios para jóvenes-adultos que buscaban ser misioneros. Regresé a USA en 2001 para servir en dos universidades públicas como capellán y maestro en diferentes momentos de tres disciplinas teológicas: Misiología, Cristología, Fundamentos de la moral católica. En este momento me encuentro como capellán católico en la universidad del estado de Illinois.
Documentales
Artículos interesantes
- "La represión freudiana no tiene nada que ver con la continencia cristiana"
- Aborto en los casos de abuso sexual
- Adolescentes y sus espejos
- Adolescentes: hablar a fondo
- Adolescentes: lo que esperan escuchar
- Al rescate de los afectos
- Anticoncepción
- Análisis de la crítica marxista a la religión
- Castidad y fecundidad
- Cómo debe ser una crítica
- Derechos del feto
- Derechos Humanos, según la Doctrina Social de la Iglesia
- Diferencias de sexos: ser para el otro
- Ecología y pobreza: dos temas compartidos
- Educación sexual como educación de los sentimientos
- El deber de divertirse
- El noviazgo y la castidad
- El sexo de los hombres, hombre o mujer
- El valor de la fidelidad matrimonial
- Enigmas de los preservativos
- Falsos dogmas de la modernidad
- Felicidad per cápita
- Fuerza del perdón
- Golpes de la vida
- Homosexualidad: ¿enfermedad o elección?
- La correcta educación sexual
- La despenalización del aborto no disminuirá la mortalidad materna
- La droga puede ser cruz que asesina o cruz que salva
- La historia que manipula el Código Da Vinci
- La honra perdida
- La imagen no es todo, pero cuenta
- La magia del entusiasmo
- La moda, piel de la sociedad
- La mujer en la iglesia
- La palabra, cemento de la familia
- La pareja
- La píldora del día después no baja los abortos
- La verdad más incómoda
- Las claves de las empresas que apuestan por la familia
- Libros e Internet
- Lo que enseña el catecismo sobre la moral sexual
- Lo que piensan de la sexualidad en la adolescencia
- Los niños ante la muerte
- Madurez interior
- Matrimonio, trabajo e hijos: un equilibrio cada vez más difícil
- Moral sexual según Benedicto XVI
- Mujeres curas
- Mujeres que abortaron se arrepienten
- Obediencia y alegría
- Orgullo y prejucios
- Padres maltratados
- Realización de la mujer
- Sectas: cómo distinguirlas de los movimientos legítimos
- Sugerencias para una sana educación
- Una excesiva timidez
- Valores y su significados
- Vida después de la muerte
- ¿El hombre está perdiendo el cerebro?
- ¿La Iglesia abandona a los homosexuales?
Sida y preservativos
- Buenas campañas
- Con la droga hacia el sida
- Educación sexual y aborto
- Enfermedad ideológica o ideologías enfermas
- Homosexualidad y sida
- Luces y sombras en la lucha contra el sida
- Qué dijo Juan Pablo II
- Sida mental
- Sida y pobreza
- Sida: 100 preguntas y respuestas
- Sida: actitud de la Iglesia
- Sida: ¿qué hace la Iglesia?
Parejas y noviazgo
Suicidio
Sexo
Archivo del blog
Noticias
Psicólogos católicos
Sexualidad y Bioética
Entradas populares
-
Hay dos tipos de creación. Dios hizo un mundo físico, material con creaturas de carne y sangre, incluyendo los seres humanos. Asimismo Dios ...
-
El evangelio según San Lucas (23:33-43) nos cuenta que Jesús fue crucificado entre dos ladrones. San Lucas no nos da el nombre de ninguno de...
-
Cuando oímos que alguien habla de la Sagrada Eucaristía, sabemos que esa persona ha estado hablando del cuerpo y la sangre de Cristo present...
-
Las obras de misericordia son actos que se realizan por amor a Dios y al prójimo para asistir a otras personas con necesidades espirituales ...
-
En su Carta a los Romanos, San Pablo dice, “El querer está a mi alcance, el hacer el bien, no. De hecho no hago el bien que quiero, si...
-
Dios puede perdonar cualquier pecado porque Dios es Dios -porque como dice San Juan, “Dios es amor: el que permanece en el amor permanece en...
-
María es la manera en la cual los griegos traducen el hebreo Miriam. Por lo tanto no es irrazonable presumir que María, la madre de Jesús, y...
-
Acerca del amor a Dios, en la Ultima Cena Jesús dice a sus discípulos, “Si ustedes me aman, guardarán mis mandamientos” (Juan 14:15), y, “Si...
-
La mejor razón para llamar a los arcángeles “santos” está en la misma definición de esta palabra. Según el diccionario la palabra santo lle...
-
Sea lo que fuera el sentido original detrás de las palabras sodomía y sodomita, no existe ninguna o casi nada de duda sobre lo que el autor ...
Preservativos: Qué dice la Iglesia
- Buena prevención es la educación
- Comité de Bioética desenmascara la farsa del preservativo como "sexo seguro"
- Confusión sobre condones se origina en traducción imprecisa
- Dudas sobre preservativos
- El mito del "sexo seguro"
- El Papa no cambió la enseñanza de la Iglesia sobre preservativos
- El talón de Aquiles del preservativo
- Enigmas del preservativo
- Experto del Vaticano explica la postura de Benedicto XVI
- Fallas del preservativo
- Incomprensión en los dichos del Papa sobre el condón
- Los valores de la familia contra el sexo seguro
- Por qué fracasan las campañas contra el sida
- Preservativos y sida
- Qué dice la Iglesia sobre el sida
- Revolución sexual
- Uganda vence al sida sin preservativos
- Una fuerte presión ideológica quiere que Iglesia permita el condón
- ¿Por qué los preservativos no protegen del sida?
La hora
Para debatir
Doctrina Social de la Iglesia
- Bajo el signo de la continuidad y de la renovación
- Cielos nuevos y tierra nueva
- Colaboración para garantizar el derecho al desarrollo
- Comunidad Internacional y valores
- Comunidad política, persona humana y pueblo
- Derecho y deber de la Iglesia
- Destino universal de los bienes y opción preferencial por los pobres
- Dignidad de los trabajadores y respeto de sus derechos
- Dignidad y derechos de los niños
- Doctrina social e inculturación de la fe
- Doctrina social, evangelización y promoción humana
- El ambiente, un bien colectivo
- El deber de trabajar
- El discípulo de Cristo como nueva criatura
- El hombre y el universo de las cosas
- El papel del empresario y del dirigente de empresa
- El papel del libre mercado
- El sistema financiero internacional
- El trabajo infantil
- El uso de las biotecnologías
- El valor de la sociedad civil
- El valor del matrimonio
- En diálogo cordial con todos los saberes
- Expresión del ministerio de enseñanza de la Iglesia
- Fecundar y fermentar la sociedad con el Evangelio
- Hacia una sociedad reconciliada en la justicia y en el amor
- Iglesia Católica y comunidad política
- Iglesia, Reino de Dios y renovación de las relaciones sociales
- Importancia de la familia para la persona y la sociedad
- La aportación de la Iglesia a la paz
- La autoridad como fuerza moral
- La ayuda de la Iglesia al hombre contemporáneo
- La cercanía gratuita de Dios
- La componente moral de la representación política
- La dimensión subjetiva y objetiva del trabajo
- La espiritualidad del fiel laico
- La función del Estado y de la sociedad civil en la promoción del derecho al trabajo
- La Iglesia, morada de Dios con los hombres
- La Iglesia, signo y salvaguardia de la trascendencia de la persona humana
- La importancia de los sindicatos
- La necesidad de una gran obra educativa y cultural
- La revelación del amor trinitario
- La salvación cristiana: para todos los hombres y de todo el hombre
- La sociedad al servicio de la familia
- La solidaridad como principio social y como virtud moral
- La solidaridad en la vida y en el mensaje de Jesucristo
- La tarea educativa de la familia
- La verdad, la libertad y la justicia
- La vía de la caridad
- María y su « fiat » al designio de amor de Dios
- Nuevos estilos de vida
- Origen y meta de la persona humana
- Principio de la creación y acción gratuita de Dios
- Principio de subsidiaridad
- Relación entre principios y valores
- Significado y valor
- Solidaridad familiar
- Solidaridad y crecimiento común de los hombres
- Trascendencia de la salvación y autonomía de las realidades terrenas
- Un conocimiento iluminado por la fe
- Un mensaje para los hijos de la Iglesia y para la humanidad
Palabra de Vida
Familia
- 7 consejos
- Agresividad en la infancia
- Amistad y autoridad con los hijos
- Bondad en la conducta
- Buen uso de la autoridad
- Cansancio y convivencia
- Cariño y conflictos de familia
- Cuidar la autoridad con los hijos
- Cómo formar el carácter
- Cómo rescatar a los abuelos
- Depresion en el niño
- Desorden en casa
- Diez razones para tener otro hijo
- Disciplina o castigo
- Drogas y alcohol en el adolescente
- Familias numerosas
- Hijos de padres no casados
- Hijos o mascotas
- Inversión de roles
- La educación sentimental
- Matrimonio: clave del exito
- Niños hiperactivos
- No perder el tiempo
- Padres frívolos
- Papá no es el mejor amigo
- Plan de Dios sobre la familia
- Planificar con métodos modernos
- Por qué los métodos naturales
- Redes sociales online y sus riesgos
- Saber estimular y premiar a los hijos
- Signos principales de un joven drogadicto
- Sobreproteccion
- Sugerencias para formar una familia cristiana
- Terapia matrimonial
- Trabajo y familia
- Transmitir la fe en familia
- Uniones de hecho
- Uso o abuso de la autoridad
- Valores fundamentales
- ¿Por qué es pecado si nos amamos?
Homosexualidad
- Causas
- Ideología homosexualista y redefinición de matrimonio
- Los libros eran una pantalla para la pornografía
- Respuestas a quienes apoyan el matrimonio gay
- Atención pastoral
- ¿Los hombres por qué me atraen?
- Mitos
- ¿La Iglesia abandona a los gays?
- Uniones entre gays
- ¿Puedo resolver mis problemas de identidad sexual?
- Perspectiva bíblica
- Cómo vivir la castidad
- Preguntas frecuentes
Sobre Navidad
Modelos de vida
- Beata Laura Vicuña
- San Ambrosio
- San Antonio Abad
- San Arcadio
- San Esteban
- San Francisco de Asis
- San Francisco de Sales
- San Francisco Javier
- San Josemaría
- San Juan
- San Juan Bosco
- San Juan de la Cruz
- San Juan Diego
- San Julián
- San Leobardo
- San Nicolas
- San Severino
- San Timoteo
- Santa Adelaida
- Santa Clotilde
- Santa Francisca Cabrini
- Santa Ines
- Santa Lucia
- Santo Tomas de Aquino
No one has commented yet. Be the first!