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domingo, 29 de agosto de 2010

Sólo Dios sabe

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“ Yo, por mi parte, estoy llegando al fin y se acerca el momento de mi partida. He combatido el buen combate, he terminado mi carrera, he guardado lo que depositaron en mis manos. Sólo me queda recibir la corona de toda vida santa con la que me premiará aquel día el Señor, juez justo; y conmigo la recibirán todos los que anhelaron su venida gloriosa  
(2a. Carta a Timoteo 4:6-8)

La carrera se terminó. Quizá gané, quizá perdí. ¿Quién sabe? Yo no sé, mis amigos no saben, mis críticos no saben, solo Dios sabe realmente.  Por supuesto los archivos están ahí para que cualquiera los pueda ver en los medios de comunicación. Pero la carrera se terminó, con todo el sonido y la furia, los planes, los sueños, la competencia, el estrés, la contienda. Todos ellos están comenzando a desvanecerse, mientras que algo está comenzando a instalarse: la vejez. La disminución ha venido a vivir conmigo en todo tipo de formas burlonas. Mi abrigo de invierno me cuelga un poco más esta mañana, cuando mi esposa lo sacó del closet con olor a naftalina. 

Y hay un cajón en la despensa que ya no puedo alcanzar más, aunque todavía nadie lo ha notado. Más malo aún y de esto sí que no tengo la intención de hablar: hay una confusion en la apiñada multitud de recuerdos buenos y malos de lo que me ha pasado durante todos estos años. Lo divertido es que las cosas buenas parecen tan claras a veces y puedo reir y revivirlas y adornarlas también, mientras que intento olvidar los detalles de mis faltas.

He luchado duro en la vida, he mantenido la fe, siempre he contado con Dios…. Ahora en el anochecer no puedo leer aunque no me preocupo por eso. Mi perro Ben, se queda a mi lado, fiel a mis pies. Su mandíbula mantiene mis tobillos calientes. El corto día de mi vida se va. ¡Espera un momento! ¡El Señor viene! El es a quien más deseo ver. El ha dicho que traerá la recompensa consigo, pero ¿qué recompensa? Lo único que quiero es a El. ‘Me alegra que te detuviste, mi amigo.’ Tu sabes, que llegará también el momento que tendrás que irte de este mundo. Ese momento llegará más pronto de lo que imaginas. Pero,  yo debo irme.

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Blogumulus by Roy Tanck and Amanda Fazani

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