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lunes, 21 de marzo de 2011

¿Al fin y al cabo, quién actúa?

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Imagen: Aci Prensa

“Estos son nuestros pensamientos en todo momento mientras rogamos por ustedes: que nuestro Dios
los haga dignos de su llamada y que, por su poder, lleve a efecto sus buenos propósitos, haciendo que
su fe sea activa y eficiente. De ese modo el nombre de Jesús, nuestro Señor, será glorificado a través de ustedes y ustedes lo serán en él, por gracia de nuestro Dios y de Cristo Jesús, el Señor. ”

Muchas veces, cuando la gente habla acerca de la santidad, la impresión que uno se lleva es que la santidad es algo reservada para las personas jemplares entre nosotros, aquellos que pueden concentrarse en las cosas del espíritu poniendo a un lado preocupaciones y quehaceres cotidianos.

Nos olvidamos que no fuimos nosotros los que tomamos la decisión de ser bautizados. Nosotros no fuimos quienes decidimos darnos la existencia. Pero, más importante aún, nos olvidamos que al llegar a tener vida humana, la intención de Dios fue de remover una cierta presuposición de nosotros que nos dice que nuestras ansiedades no preocupan a Dios. Nos olvidamos que para caminar con nosotros a lo largo de la historia, Jesús no se basó en cosas vagas o especulaciones.

El grupo de personas que Jesús eligió para hacer su presencia visible en la historia realizará su misión a través de la eficacia de los sacramentos de la Iglesia. Jesús tiene la energía divina de perfeccionar todo lo bueno y lo no tan bueno de nosotros. La mentalidad que separa la santidad del resto de nuestra vida es la misma mentalidad que niega que Dios desea ser visto objetivamente a través de la Iglesia.

 Esta verdad nos lleva a reconocer que son nuestros propios conocimientos y sabiduría que aseguran la presencia de Cristo entre nosotros. Podemos preguntarnos si es el Cristo de la historia o el Hijo de Dios presente por toda la historia que revela su presencia en el mundo. Esa es la diferencia entre ver
a un hombre parado en la esquina de la calle con un letrero que dice arrepentido y ver a la Madre Teresa recogiendo a un hombre muriendo en la calle de Calcuta. ¿Qué es lo que mueve más nuestros corazones?

Para la Madre Teresa, el relacionarse con Cristo no fue algo que ella hiciera después de limpiar las llagas de un hombre enfermo. Era dentro y a través de las verdaderas llagas que ella se relacionó con Cristo.

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Blogumulus by Roy Tanck and Amanda Fazani

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