
Uno de los autores sobre la moralidad sexual más citado es el Padre Philip Keane. En su libro (en inglés) él nos recuerda que la enseñanza oficial de la Iglesia, como se afirma en la encíclica Humane Vitae, es que el uso de los anticonceptivos, que incluyen los condones, siempre y en todas circunstancias es un mal moral grave, objetivamente.
Sin embargo, alguien que usa en el matrimonio el condón u otro anticonceptivo puede permanecer en la Iglesia y recibir los sacramentos.
Las razones detrás de esta postura incluyen (1) una consideración del lugar que ocupa la consciencia en la vida del cristiano, (2) la responsabilidad del católico a seguir las enseñanzas de la Iglesia cuando, hablando como Madre y Maestra, su enseñanza no es infalible y (3) lo que el pensamiento teológico sobre el pecado es.
Todo ésto no va contra las enseñanzas de Humane Vitae que dice claramente que objetivamente el uso de condones y otros anticonceptivos siempre es un mal moral. Subjetivamente, el documento señala que puede haber una variedad de casos en los cuales una pareja católica puede utilizar condones y otros anticonceptivos sin caer en pecado grave. Sin embargo, en casos muy complejos parece ser que la mayoría de los teólogos que estudian la moral se orientan a decir que no se puede determinar la moralidad del acto sexual sin tomar en cuenta todas las circunstancias que llevan a la pareja a usar anticonceptivos. Esta postura no va de acuerdo con la conclusión de la encíclica Humane Vitae que dice que no existen ningunas circunstancias en las cuales el uso de condones u otros anticonceptivos puede ser moral.
Recientemente en la visita que hizo el Papa a África dijo que no se debe usar anticonceptivos porque la finalidad del matrimonio es la unión de la pareja y la procreación. Probablemente él hablaba desde el punto de vista objetivo. Pero después, al ver la reacción del mundo católico, parece ser que le faltó indicar que hay casos particulares/subjetivos como el SIDA (que es un problema fuerte que se vive actualmente en África y otras partes del mundo) que serian una excepción, según lo que parecer ser la opinión de la mayoría de los moralistas católicos.
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