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martes, 5 de octubre de 2010

Hablando menos

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Imagen: edgardodonato.com

“ No participes en conversaciones inútiles y extrañas a la fe, que solamente hacen progresar en la ignoracia de Dios. Son doctrinas que se propagan como la gangrena.”
(2a. Carta a Timoteo 2:16-17)

Las buenas hermanas Benedictinas me enseñaron en el colegio que Dios nos había dado dos ojos, dos orejas y una boca; de esta manera podríamos ver más, oír más y hablar menos. Algunos pueden argumentar que esa era la forma que nos mantenían callados mientras duraba la clase. Pero a medida que los años han pasado me he dado cuenta que sus palabras contienen mucha sabiduría.

Vivimos en una sociedad que está obsesionada con hablar. Tenemos incluso en cada estación de televisión profesionalmente hablando“una cabeza de los programas de conversación”. Y todo lo que hacen es hablar, hablar y hablar. Parece no importar lo que dicen, mientras sigan hablando. De hecho mientras más escandalosas sus palabras, más espacio televisivo ganan y más rápido se esparce su mensaje.

Se ha escrito que personas con mentes brillantes hablan sobre ideas, gente con mentes promedio hablan  acerca de cosas, y gente con mentes dormidas hablan sobre otras personas. Y la verdad es que cuando pasamos mucho tiempo hablando inútilmente de otras personas, rápidamente se nos acaban las cosas buenas para decir y es cuando caemos en el chisme y en el escándalo.

Es fácil enamorarse del sonido de nuestra propia voz y asumir la profundidad de nuestras palabras. Pero a veces la persona más callada del salón es la que más aprende.

Hay un viejo dicho que utilizan los profesionales del derecho: Si le das mucha cuerda a una misma persona, se puede llegar a ahorcar. Es por eso que al abogado defensor generalmente no le gusta que su cliente suba al estrado mientras que el abogado demandante hará todo lo posible para dejar que el defendido hable tanto que sus propias palabras lo condenen.

Así que la pregunta no es: ¿Qué digo?, sino, ¿Qué es lo que las cosas que yo digo dicen de mí?   

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Blogumulus by Roy Tanck and Amanda Fazani

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