También se compara la Palabra de Jesús con una semilla sembrada en lo más íntimo del creyente. Si es acogida, penetra en el hombre y se desarrolla como una semilla, crece, da fruto y «cristífica», haciéndonos iguales a Cristo. - Por Chiara Lubic
« Ustedes ya están limpios por la palabra que yo les anuncié ».
¿Cómo vivir entonces para merecer también nosotros el elogio de Jesús?
Poniendo en práctica cada Palabra de Dios, nutriéndonos de ella en cada momento, haciendo de nuestra existencia una obra de continua reevangelización. Todo ello para llegar a tener los mismos pensamientos y sentimientos que Jesús, para hacer que reviva en el mundo, para mostrar a una sociedad tantas veces atrapada en el mal y en el pecado, la pureza divina, la transparencia que da el Evangelio.
Además, durante este mes, si es posible (es decir, si otros también comparten nuestras intenciones), procuremos poner en práctica de forma especial la Palabra que expresa el mandamiento del amor recíproco. Pues para el evangelista Juan, que refiere la frase de Jesús que hoy consideramos, existe un vínculo entre la Palabra de Cristo y el mandamiento nuevo.
Según él, es en el amor recíproco donde se vive la Palabra con sus efectos de purificación, de santidad, de ausencia de pecado, de frutos, de cercanía a Dios. El individuo aislado es incapaz de resistir mucho tiempo las incitaciones del mundo, mientras que en el amor recíproco encuentra el ambiente sano capaz de proteger su existencia cristiana auténtica.
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