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martes, 22 de diciembre de 2009

Sacramento del Órden Sagrados

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Hay personas en nuestra Iglesia Católica, en nuestra comunidad de fe que están a la disposición de nosotros para servirnos en nuestras necesidades espirituales. Estos individuos son los ministros sagrados de nuestra Iglesia Católica. Ellos fueron ordenados por un obispo por medio de un sacramento especial llamado el sacramento de las órdenes sagradas. Con este sacramento se construye la jerarquía de diacono, sacerdote y obispo en nuestra familia de fe.

      Como en el caso de los sacramentos del Bautismo y la Confirmación se puede recibir este sacramento solamente una vez en vida. Inicialmente se ordena un hombre ‘diacono’ y después él puede recibir el orden de sacerdote y más adelante el orden de obispo. Siendo que se recibe este sacramento por vida nunca puede ser ordenado de nuevo como diacono, sacerdote u obispo.

      Únicamente los hombres pueden recibir el Sacramento de Órdenes Sagradas.

      Jesucristo instituyó el Sacramento de Ordenes Sagradas al mismo tiempo que hizo el Sacramento de la Sagrada Eucaristía en la Ultima Cena.. Para poder cambiar el pan y el vino en el cuerpo y la sangre, el alma y la divinidad de Cristo, necesitamos sacerdotes a quienes se les ha dado este poder por medio de su ordenación sagrada a manos de un obispo.

      Los obispos reciben el grado más alto de Ordenes Sagrados  Muchas veces se dice que los obispos han recibido “la plenitud del sacerdocio”, lo cual significa que únicamente ellos tienen la autoridad de ofrecer todos los siete sacramentos. Los sacerdotes tienen el poder y la autoridad de celebrar cinco de los sacramentos [el bautismo, la confesion la Eucaristía (la Misa), el matrimonio y la unción de los enfermos]. Los diáconos pueden celebrar dos sacramentos, el bautismo y el matrimonio cuando se celebra sin una Misa de Bodas. En casos extremos algunos sacramentos pueden ser dados por alguien que no es ministro, como el bautismo cuando la persona a bautizar está en peligro de muerte o el matrimonio en los países de misión donde no está presente con regularidad un sacerdote o diacono. Sin embargo, normalmente es el obispo, el sacerdote o el diacono quienes celebran los sacramentos, porque una de sus funciones principales es la administración de los ritos sagrados de la Iglesia.

      Los diáconos, sacerdotes y obispos reciben bastante entrenamiento pastoral y teologal. En un sentido se puede comparar su entrenamiento con el de los médicos y abogados.

      El Sacramento de Ordenes Sagradas no convierte al hombre en un aristócrata, pero si confiere la dignidad del sacramento, y eso implica que tiene que obedecer al Papa y estar al servicio de la familia de Dios, los creyentes. En la historia han habido hombres ambiciosos que han abusado de su oficio de obispo, sacerdote o diacono. No obstante, el fin original del Sacramento de Ordenes Sagradas no fue para crear una clase de privilegiados sino para proveer un liderazgo espiritual. Por eso, es muy importante que el pastor conozca y ame a su rebaño, a las personas a quienes debe guiar y servir en vez de verlos como sirvientes.

      Un obispo, sacerdote o diacono puede retirarse de su actividad ministerial o puede ser que se le obliga a retirarse porque se ha comportado malamente. Sin embargo, nunca se puede quitar de ningún diacono, sacerdote o obispo el Sacramento. El que ha sido obligado a retirarse no debe usar ropa clerical y no tiene permiso para funcionar como sacerdote, diacono u obispo. Esto es un castigo por haber cometido un acto criminal o haber causado escándalo.

      Sin embargo, a veces un diacono, sacerdote o obispo que no ha hecho nada inmoral o criminal puede pedir que le permitan en adelante vivir su vida como laico, sin tener que celebrar su ministerio sagrado. Tampoco ellos pueden usar su ropa clerical. Su petición para entrar y vivir a la vida como laico tiene que ir a Roma y solamente el Vaticano puede aprobarla. Con la aprobación quien hizo la petición ese hombre puede casarse pero nunca más puede celebrar los sacramentos públicamente. Existe una excepción: cuando se encuentra una persona moribunda y no hay otros sacerdotes al alcance el ministro a quien se retiró su permiso para realizar los sacramentos, puede confesarlo y darle el sacramento de los enfermos. Esta es la única excepción, una excepción hecha para favorecer a los que ya tienen un pie en el otro mundo.  

1 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Y en cuanto a las órdenes menores (lector y acólito)? ¿Cuál sería su función?

Blogumulus by Roy Tanck and Amanda Fazani

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