¡Tu mensaje de bienvenida, twitter o publicidad aqu�!

| Suscr�bete v�a RSS

martes, 30 de marzo de 2010

¡Si sólo pudiera traicionarme!

| |

La mayoría del tiempo un pecador no se ve a sí mismo como pecador. Él se identificará a sí mismo tan profundamente con sus pecados que estos pudieran parecer actos positivos para él.

Es mas fácil identificarse con San Pablo porque con mucha honestidad comperte con nosotros una experiencia personal que nosotros mismos tenemos. El dice, “No soy yo quien obra el mal, sino el pecado que habita en mi. Bien sé que el bien no habita en mi, quiero decir, en mi carne. El querer está a mi alcance, el hacer el bien, no. De hecho no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero. Por lo tanto, si hago lo que no quiero, eso ya no es obra mia sino del pecado que habita en mi”. (Romanos 7: 17-20)

¡Cuan Hermosa es nuestra fe! Cada uno de nosotros está llamado a ser un santo, o mejor dicho, ser ese santo aquí maravillosamente distinto a aquel santo que está allá; sin embargo todos somos uno en Cristo. Algunos santos gobernarán un reino como el francés Luis IX, y algunos santos caminarán descalzos por las montañas, como el humilde San Francisco de Asis. La gracia nos afila para que lleguemos a ser nosotros mismos; esto es, lo que Dios quiere que seamos. Es como el pecado, “una masa pequeña y apestosa de estiercol” que deslumbra y hace difícil ver el centro de nuestro ser.

Así como San Pablo dice que cuando pecamos no somos nosotros quienes hacemos el mal, sino que el pecado – como una parodia del Espíritu Santo - hace su morada dentro de nosotros. Ahora vamos a entendender claramente lo que esta diciendo. Por ejemplo, si Juana toma al esposo de Tomasa, Juana será castigada por haberlo hecho, porque Juana esta pecando gravemente. Sin embargo, en otro sentido, no es Juana quien desea el pecado. No es Juana como Dios deseó verla, aquella mujer verdadera que está como prisionera enterrada debajo de las costras del pecado. Es una falsa Juana porque algo la ha tomado presa.

La mayoría del tiempo un pecador no se ve a sí mismo como pecador. El se identificará a sí mismo tan profundamente con sus pecados que estos pudieran parecer actos positivos para él. Separarse de ellos; sería como sentir que su pecho se abre y que esa cosa rocosa llamada Corazón, es arrancado difícilmente con pinzas ya rojas por el fuego. Sin embargo, aún a veces el pecador verá la verdad de su condición. Cuando su voluntad se contradice; cuando él sabe lo que es el bien y lo desea pero no lo puede hacer; cuando él ve que es como una ciudad cautiva cuyos actos estan decididos por su gobernador. El pecado es ese gobernador usurpador. Para el pecado no hay remedio. Se arroja a las puertas de entrada para que estén completamente abiertas a otro conquistador, nuestro Señor Jesucristo.

0 comentarios:

Blogumulus by Roy Tanck and Amanda Fazani

Entradas populares

.

Add to Technorati Favorites

Porque creo en tu WEB

La hora

.

Para debatir

Palabra de Vida