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martes, 3 de mayo de 2011

Niños de la luz

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“Pero ustedes, hermanos, no andan en tinieblas, de modo que ese día no los sorprenderá como lo hace el ladrón.Todos ustedes son hijos de la luz e hijos del día: no somos de la noche ni de las tinieblas”
(1a. Carta a los Tesalonicenses 5:4-5)

Imagen: doble-via.blogspot.com
Una vez escuché el consejo de una sabia madre de como ella limitaba el tiempo de televisión a sus hijos. La televisión, les explicaba ella a sus hijos, es una luz. Nosotros solamente necesitamos luces en la noche o en la oscuridad de los días lluviosos. Esos son los momentos cuando podemos encender la televisión.  Desde que escuché ese consejo, he pensado en esa simple premisa: ¡la televisión es una luz!

 No es de extrañar entonces que nos sintamos atraídos por la luz cuando la oscuridad llega. O tal vez nos sentimos atraídos por la otra luz, la computadora, con ese brillo similar del internet. Incluso nuestros celulares tienen luces. 

La edad moderna tiene su propia definición: “Niños de la luz” o “Niños de los nuevos medios”. A diferencia de las muchas generaciones creyentes que ya se fueron, que terminaban su día con una plegaria de misericordia, nosotros terminamos nuestro día con las luces de los noticiarios y telenovelas de fondo. Requiere un esfuerzo muy grande para volver a la otra era, un tiempo donde la luz no se podia tener con el simple toque de un dedo. ¡Pero debemos volver! El tiempo de la noche trae con él algo más que la oscuridad. ¿Cuán seguido la fatiga del cuerpo trae los problemas del alma? Todas las ansiedades del día vuelven a salir en la oscuridad. Cuando no podemos dormir por las preocupaciones  nos vemos tentados a levantarnos y prender la television. Hacemos cualquier cosa con tal de sacar nuestra mente de los problemas. Pero esa luz es simplemente una distracción. 

El brillo de la televisión no puede conquistar nuestros oscuros miedos. En efecto, la oscuridad de la noche puede solamente encontrarse con la luz de la fe.Este es el tiempo para tomar la Biblia, el Rosario o nuestro libro de plegarias. ¡Convirtámonos realmente en niños de la luz! 

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Blogumulus by Roy Tanck and Amanda Fazani

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