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martes, 16 de junio de 2009

Cuidar el corazón sirve para amar

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Cuidar el corazón es una aventura apasionante y que vale la pena ser vivida a full, sin ninguna clase de regateos. La reflexión pertenece a la licenciada Florencia Beltrán (ACI Prensa)

Según la Real Academia Española, el corazón es un “órgano de naturaleza muscular, común a todos los vertebrados y a muchos invertebrados, que actúa como impulsor de la sangre y que en el hombre está situado en la cavidad torácica”.

Pero no lo podemos circunscribir bajo la sola perspectiva de un simple órgano, puesto que la piedra angular radica en que por medio de él podemos amar tanto a Dios, como a nuestros padres, a nuestro esposo/a o a nuestro novio/a, a nuestros amigos, etc. Con un mismo corazón sin compartimentos amamos, nos entregamos por completo sin reserva alguna, como también, aceptamos al otro.

Pero este corazón para poder amar de verdad, entregarse y aceptar al otro, teniendo en cuenta su dignidad humana, necesita ser cuidado como el mayor tesoro que tenemos en nuestras manos y por lo cual, no lo podemos malgastar, desperdiciar, quitar el valor que realmente tiene, dejar que no lo respeten como lo que realmente es.

El cuidar el corazón es todo un reto, un desafío, y por tanto, no implica algo fácil, pero sí algo que vale la pena, algo por el cual jugarse y luchar en serio aunque cueste, puesto que el premio es mucho más que la copa que se entrega en los campeonatos mundiales de fútbol. El premio del que hablamos no es algo externo, sino que éste involucra a toda la persona, y en pocas palabras, encierra nada menos que su felicidad.

¿Cómo cuidar el corazóno?

Quizás lo primero que tenemos que tener en cuenta, es no olvidar que es un tesoro que Dios nos dio para amar y por tanto, si no le damos el uso para el cual fue creado esto puede conducir a la falta de sentido de la vida, al desamor, a la angustia, a la depresión, etc.

Asimismo, es conveniente no andar en la vida caminando por la cuerda floja, es decir, es fundamental evitar, tomar distancia de las situaciones que nos conduzcan a descuidar el valor tan preciado. De acuerdo a ello, podemos citar el cuidar la vista cuando vamos por la calle, el mirar televisión y revistas, ya que todo ésto favorece a que se evite una avalancha de imágenes que a la larga las vamos aceptando como buenas, normales, en pocas palabras, vamos perdiendo sensibilidad a las cosas tal como sucede con la violencia que vemos a diario en la televisión.

Aquí, al considerar el porqué no tenerlas podemos resaltar que en estas circunstancias puede primar el placer sexual, la curiosidad, el “feeling” momentáneo, la atracción física, entre otras cosas, y por tanto, puede convertirse en un mero ejercicio físico entre animalitos que no supera el plano individual y por tanto, no conduce a una verdadera entrega y mutua unión. A su vez, las relaciones prematrimoniales no promueven a que se profundice en el conocimiento de la persona en sí misma, en unas palabras, a que los novios conozcan la riqueza incalculable e irrepetible que encierra toda la persona, aquello que la hace singular, diferente, única y por tanto, lo que no pasa con el tiempo, sino lo que permanece a través de los años.

Es de persona madura, audaz y fuerte ir contra corriente, contra los propios impulsos y deseos, al enfrentarse a la persona a quien se quiere y decirle que se prefiere esperar hasta contraer matrimonio puesto que ésto los va a ayudar a ambos a conocerse mejor a sí mismos, y por tanto, a saber a quien se está entregando para toda la vida en el momento del consentimiento matrimonial.

Como todos somos de carne y hueso, y tenemos los pies de barro podemos meter la pata hasta el fondo, no obstante, siempre tenemos la oportunidad de levantarnos, teniendo en cuenta que Dios nos quiere tanto y por ello podemos acercarnos a Él una y otra vez por medio de la confesión y de esta forma volver a empezar.

Esto no significa que si se lleva a cabo un muy buen noviazgo se tiene ya asegurado de antemano el matrimonio y la familia, puesto que ambos, al igual que los mencionados patrimonios históricos, se construyen ladrillo a ladrillo, y se pueden cometer errores en la construcción, incluso muy graves, pero siempre se está a tiempo de volver a empezar y comenzar así la reconstrucción.

Además, uno al verlas luego de haber transcurrido cierto tiempo desde su construcción, puede pasar inadvertido todos los avatares que pasaron los arquitectos en su labor, lo mismo sucede con el noviazgo, el matrimonio y la familia, pero con la gran diferencia de que en éste caso es nada menos que la persona la que está involucrada por entero.

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Blogumulus by Roy Tanck and Amanda Fazani

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