Procede este relato de los Cuentos de Antonio Trueba, autor de principios de siglo, y sitúa la historieta en Guezúrraga (Vizcaya).
Se presentó una vecina al párroco, portadora de una estaca con la cual aseguraba que su marido le había zurrado.
-Vengo -dijo- a que usted nos descase.
-¿Oué dices? ¿Descasarte? Y tu marido está conforme?
-Sí, señor; él mismo se lo dirá, que está ahí abajo.
Subió el marido, y el cura preguntó si era firme su voluntad de divorciarse, contestando el otro afirmativamente.
-¿De modo que los dos habéis pensado bien vuestra resolución?
-Sí, señor.
-Está bien; arrodillaos, que os voy a descasar.
Tomó la estaca de manos de ella y comenzó a descargar recios golpes sobre las espaldas del matrimonio.
- ¡Basta, basta! -gemían ellos.
-Pero vamos a ver -dijo el cura, cesando de golpear-, ¿no querías que os descasara?
-Sí; pero no de esta forma.
-Es que no hay otra para los cristianos. ¿No sabéis que el matrimonio no puede deshacerse sino por la muerte de los contrayentes? Pues si tratáis de que disuelva el vuestro, ha de ser así: moliéndoos a garrotazo limpio, hasta que uno de los dos muera.
Parece que la lección de «Derecho Canónico» surtió su efecto y se reconcilió el matrimonio del pronto que habían tenido aquel día.
miércoles, 24 de octubre de 2012
Extraño caso de disolución de vínculo
martes, 16 de octubre de 2012
Vengan, niños benditos, al Reino que les está preparado
Cuando el pequeño se está gestando en el seno de. su madre no es consciente de todo lo que vive . Pero vive. Y quizá en su futura vida recordará mucho más de lo que nos imaginamos. Son nueve eses en los que hora a hora y día a día siente como adquiere una plenitud. Sus órganos se diferencian, su sensibilidad se afina, los grandes sistemas de su organismo comienzan a cumplir sus propias funciones. Aunque no lo sepa y no se lo pueda expresar a sí mismo, y menos aún a los demás, sin embargo se da cuenta de que algo se acerca. La plenitud siempre estalla en una nueva manera de existir. No hay plenitud que cristalice permaneciendo estática. Eso nunca sucede con la vida. Y todo ser vivo guarda en su memoria ancestral la experiencia de los pasos a esas nuevas etapas, mucho mas plenas.
Pero el dolor y la angustia también están presentes. Allí donde la vida comienza un nuevo ciclo, se hace necesario que el anterior muera, termine, se rompa para dar salida a lo que recién comienza. Y esto no se hace de una manera tranquila y lúcida. Se abandona lo conocido, se ingresa a lo misterioso. Se abandona la experiencia y se arriesga la esperanza.
Terminados sus nueve meses de gestación, la criatura presiente que algo va a suceder.
Las contracciones se lo anuncian. Todo entra en la extraña situación de ruptura y pasaje. Finalmente sobreviene el parto para la madre que da a luz. Pero para el hijito la experiencia es muy diferente. Siente que se lo expulsa, obligándolo a abandonar lo familiar, lo conocido, lo seguro. Del resto no sabe nada. Si pudiera expresarlo en palabras, quizá se diría angustiado a sí mismo: ¡ Esto es el fin. !
Sus padres, y todos aquellos que aguardan su venida saben muy bien que esto no es el fin absoluto. Es simplemente la conclusión de una etapa, y el comienzo de la materno no se tenía frío, ni hambre, ni había clases sociales. Pero en este pasaje no se cae al vacío. Hay a su llegada un par de brazos paternos y senos maternos que lo aguardan para recibirlo.
Esta segunda etapa será inmensamente mejor. Ni el ojo vio, ni el oído oyó en el seno materno, lo que le estaba preparado para cuando sus padres pudieran expresarle plenamente su amor en un cara a cara. Allá fueron nueve meses. Ahora podrían ser noventa años. Antes fue solo el tiempo de crecer recibiendo. Comienza ahora el tiempo del compartir creciendo juntos al dar y al recibir. Etapa del ver, del sentir, del amar, del comunicarse y dar la vida para que otros vivan.
A los que estamos en esta segunda parte, cada día la vida nos anuncia que avanzamos hacia la angustia de un nuevo pasaje. Para los que gemimos en el seno materno de esta tierra, ños resulta incomprensible y no imaginable lo que habrá más allá. Igual corno nos sucedió cuando se acercaba nuestro propio alumbramiento. Cuando se acerque nuestra segunda ruptura, puede ser que revivamos la vieja experiencia que celebramos en cada cumpleaños pero de la que recordamos solo la alegría de nuestros padres. Ellos fueron quienes nos enseñaron a festejarla. Pero nosotros si fuéramos sinceros, tendríamos que saber que aquello nos hizo exclamar, igual como lo hará ahora:
¡ Esto es el fin !
Los que esperan nuestra llegada, sonreirán sabiendo que sólo se trata de un comienzo doloroso y festivo. Nos esperan dos brazos de padre, para decirnos:
"Vengan, benditos, al Reino que les está preparado".
Ellos desde ya nos enseñan a festejar el acontecimiento, cuando recordamos su propio pasaje desde este rancho de barro hacia la morada eterna en los cielos.
La vida no se nos quita, somos invitados a vivirla en una nueva etapa.
Fragmentos de Cuentos Rodados, del padre Menapace
jueves, 20 de septiembre de 2012
Amame tal como eres
"Conozco tu miseria, tanto las luchas y tribulaciones de tu alma, como la flaqueza de tu cuerpo enfermizo; conozco tu cobardía, tus pecados, tus desfallecimientos; y sin embargo te lo digo: ‘¡Dame tu corazón, ámame tal como eres!'Si esperas a ser un ángel antes de abandonarte y de entregarte al amor, no Me amarás nunca. Aunque caigas con frecuencia en esas faltas que no quisieras cometer nunca, aunque seas débil en la práctica de la virtud: lo soporto todo, menos que no Me ames. En cualquier instante v en cualquier disposición que te encuentres, tanto en el fervor como en la aridez, ¡ámame tal como eres! Quiero el amor de tu indigente corazón; si, para amarme, esperas a ser perfecto, no Me amarás nunca. ¿Acaso no podría Yo hacer de cada grano de arena un serafín radiante de pureza, de nobleza y de amor? ¿Acaso no podría yo, con un solo signo de mi Voluntad, hacer surgir de la nada millares de santos mil veces más perfectos y amorosos que los que he creado? ¿Acaso no soy el Todopoderoso? ¿Y si quisiese dejar en la nada para siempre a esos seres maravillosos y prefiriese más tu pobre amor que el suyo?!Hijo mío, déjame amarte, quiero tu corazón. Desde luego que tengo previsto formarte, pero entretanto, te amo tal como eres.
Y quisiera que tu hicieses lo mismo; deseo ver ascender el amor desde lo más profundo de tu miseria. Amo en ti incluso la flaqueza. Me place el amor de los pobres; quiero que, de la indigencia, se eleve continuamente este grito: ‘Señor, te amo ¿Para qué quiero yo tu ciencia y tus talentos? Habría podido destinarte a grandes cosas; pero tu serás el siervo inútil. ¡Sólo te pido que ames! El amor te llevará a hacer todo lo demás sin que te des cuenta; intenta solamente llenar de amor el momento presente; procura cumplir por amor todos tus pequeños deberes.Hoy me presento como un mendigo delante de la puerta de tu corazón, Yo, el Señor de los señores. Llamo a tu puerta y espero: date prisa en abrirme, no alegues que eres miserable, ni me digas que no eres digno. Tu indigencia, si la hubieses conocido del todo, te habrías muerto de dolor. La única cosa que podría herir Mi Corazón, sería verte dudar o faltar a la confianza.
Quiero que pienses en Mi cada hora del día y de la noche; no quiero que hagas la más mínima acción por un motivo que no sea el amor. Te concederé un amor mucho más perfecto de lo que hubieses podido soñar.Pero acuérdate de esto: ¡ámame tal como eres!. No esperes a ser santo para abandonarte Y entregarte al amor, si no, no amarás nunca jamás”.
Amame tal como eres
lunes, 10 de septiembre de 2012
Amistad
El Señor quiso ser ejemplo de amistad verdadera y estuvo abierto a todos, a quienes atraía con particular ternura y afecto. «Dejaba escapar entonces -comenta bellamente San Bernardo- toda la suavidad de su corazón; se abría su alma por entero y de ella se esparcía como vapor invisible el más delicado perfume, el perfume de un alma hermosa, de un corazón generoso y noble» (7). Y se convertía en amigo fiel y abnegado de todos. De su ser provenía aquel poder de atracción que San Jerónimo comparó a un imán extraordinario (8).
Jesús nos llama amigos. Y nos enseña a acoger a todos, a ampliar y desarrollar constantemente nuestra capacidad de amistad. Y sólo aprenderemos si le tratamos en la intimidad de una oración confiada: «Para que este mundo nuestro vaya por un cauce cristiano -el único que merece la pena-, hemos de vivir una leal amistad con los hombres, basada en una previa leal amistad con Dios» (9).
jueves, 6 de septiembre de 2012
Quiénes nos quieren de verdad en las dificultades
La Pasión de Cristo pone en evidencia lo mucho que nos ‘aprecia’. "Valemos toda la Sangre de Cristo", solía afirmar con fuerza San Josemaría. Si analizamos la palabra "redención”, entenderemos mejor la dignidad subjetiva que nos confiere. Se puede comparar con un secuestro. Si fuésemos secuestrados por un malhechor que pide, en rescate, una alta cantidad de dinero, podríamos saber lo que nuestros familiares están dispuestos a ‘pagar’. Si como rescate pagasen de hecho todo lo que poseen, nunca jamás podríamos ya dudar de lo mucho que nos estiman. Ahora bien, por el pecado original el hombre es esclavo del pecado y prisionero del Maligno, pero Cristo ha ‘pagado’ con su propia vida para liberamos. En momentos de dificultad sabes quiénes son los que te quieren de verdad.
lunes, 20 de agosto de 2012
Dichosos los que creen
“¡Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor!”
(Lc 1.45)1
Esta Palabra forma parte de un acontecimiento simple y altísimo al mismo tiempo. Es el encuentro entre dos gestantes, entre dos madres, cuya simbiosis espiritual y física con sus hijos es total. Son ellas su boca, sus sentimientos. Cuando habla María, el niño de Isabel da un salto de alegría en su vientre. Cuando habla Isabel parece que las palabras sean puestas sobre la boca del Precursor. Pero mientras las primeras palabras de su himno de alabanza a María están dirigidas personalmente a la madre del Señor, las últimas son dichas en tercera persona: “Feliz la que ha creído”.
“¡Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor!”
Es la primera bienaventuranza del evangelio, y tiene que ver con María, pero también con todos aquellos que la quieren seguir e imitar.
Hay en María un estrecho ligamen entre fe y maternidad, como fruto de la escucha de la Palabra. Y Lucas aquí nos sugiere algo que tiene que ver también con nosotros. Más adelante en su Evangelio Jesús dice: “Mi madre y mis hermanos son aquellos que escuchan la palabra de Dios y la practican”3.
Anticipando casi estas palabras, Isabel, movida por el Espíritu Santo, nos anuncia que todo discípulo puede volverse “madre” del Señor. La condición es que crea en la Palabra de Dios y que la viva.
“¡Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor!”
María, después de Jesús, es quien mejor y más perfectamente supo decir “sí” a Dios. Y, sobre todo, esta santidad suya es su grandeza. Y si Jesús es el Verbo, la Palabra encarnada, María, por su fe en la Palabra, es la Palabra vivida, pero criatura come nosotros, igual a nosotros.
El rol de María como madre de Dios es excelso y grandioso. Pero Dios no llama sólo a la Virgen a generar Cristo en sí. Si bien de otro modo, todo cristiano tiene un deber parecido: el de encarnar a Cristo hasta repetir, como San Pablo: “Y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí”4.
¿Pero cómo actuar esto?
Con la actitud de María hacia la Palabra de Dios, y esto es, de total disponibilidad. Creer, por lo tanto, con María, que se realizarán todas las promesas contenidas en la Palabra de Jesús y, si hace falta, afrontar, como María, el riesgo del absurdo que a veces comporta su Palabra.
Grandes y pequeñas cosas, pero siempre maravillosas, suceden a quien cree en la Palabra. Se podrían llenar libros con los hechos que lo prueban.
Quién puede olvidar cuando, en plena guerra, creyendo en las palabras de Jesús “pidan y se les dará”5 hemos pedido todo aquello que tantos pobres en la ciudad necesitaban y veíamos llegar bolsas de harina, cajas de leche, de mermelada, leña, ropa.
También hoy suceden las mismas cosas. “Den, y se les dará”6 y los armarios de la caridad están siempre llenos, y son vaciados regularmente.
Pero lo que más impresiona es que las palabras de Jesús son verdaderas siempre y en todas partes. Y la ayuda de Dios llega puntual también en circunstancias imposibles, y en los puntos más aislados de la tierra, como sucedió hace poco a una madre que vive en extrema pobreza. Un día sintió el impulso de dar sus últimas monedas a una persona más pobre que ella. Creía en aquel “den y se les dará” del Evangelio. Y tenía una gran paz en su corazón. Poco después llegó su hija más pequeña y le mostró un regalo que recién había recibido de un anciano pariente que, por casualidad, había pasado por ahí: en su manito estaban las monedas multiplicadas.
Una “pequeña” experiencia como esta nos empuja a creer en el Evangelio, y cada uno de nosotros puede probar esa alegría, esa beatitud que viene del ver realizadas las promesas de Jesús.
Cuando en la vida de todos los días, en la lectura de las Sagradas Escrituras nos encontremos con la palabra de Dios, abramos nuestro corazón a la escucha, con la fe de que lo que Jesús nos pide y promete se cumplirá. No tardaremos en descubrir, como María y como aquella madre, que Él mantiene sus promesas.
Chiara Lubich
Publicación mensual del Movimiento de los Focolares
1. Este texto fue publicado en agosto de 1999.
2. G. Rossé, Il Vangelo di Luca, Roma 1992, p. 67. La traducción es nuestra.
3. Lc. 8, 21.
4. Gál. ,12
5. Mt. 7,7.
6. Lc. 6, 38.
miércoles, 8 de agosto de 2012
La autoestima del cristiano
Estar por encima del sentimiento no significa excluirlo. Cuando se conoce la dignidad inalienable de cada persona, se encuentran siempre motivos suficientes para amarla, con una mezcla de ‘amor por atracción’ y de ‘amor libremente deliberado’. Cuando la voluntad se adhiere al bien amado, es lógico que toda la persona participe de ese amor: tanto la voluntad como el corazón. No olvidemos que la persona humana forma una unidad indisoluble y que es preciso evitar todo reduccionismo. El afecto no es imprescindible, pero es el medio natural para facilitar la entrega amorosa de sí mismo. De ahí la importancia de aprender a amar de todo corazón, con las correcciones al respecto que hemos hecho. Es normal tener periodos sin ganas, pero si la apatía fuese permanente, entonces sólo hay dos posibilidades: o bien se está enfermo, o bien falta todo tipo de amor verdadero, entre otras cosas por falta de enamoramiento.
viernes, 3 de agosto de 2012
Reconocerá a los que lo reconocieron
Como dice un Padre de la Iglesia, sabe que a veces el temor de una punición es más eficaz que una hermosa promesa. Por ello alimente en nosotros la esperanza de la felicidad sin fin y, al mismo tiempo, para salvarnos suscita en nosotros el temor de la condenación. Lo que le interesa es que lleguemos a vivir para siempre con Dios. Además, es lo único que cuenta; es el fin por el que hemos sido llamados a la existencia. En efecto, solamente con él alcanzaremos la plena realización de nosotros mismos, la satisfacción de todas nuestras aspiraciones. Por ello, Jesús nos exhorta a “reconocerlo” desde esta vida. Por el contrario, si ahora no queremos tener nada que ver con él, si renegamos de él, al pasar a la otra vida nos encontraremos separados de él para siempre.
Al término de nuestro camino terreno, Jesús no hará más que confirmar frente al Padre la opción realizada por cada uno en esta tierra, con todas sus consecuencias. Al referirse al juicio final, nos muestra toda la importancia y la seriedad de la decisión que nosotros tomemos aquí; en efecto, está en juego nues-tra eternidad. ¿Cómo aprovechar esta advertencia de Jesús? ¿Cómo vivir esta Palabra suya? Él mismo lo dice: “Al que me reconozca…”. Decidamos, entonces, reconocerlo delante de los hombres con simplicidad y franqueza. Venzamos el respeto humano. Salgamos de la mediocridad y de las componendas que le restan autenticidad a nuestra vida de cristianos. Recordemos que estamos llamados a ser testigos de Cristo. Él quiere llegar a todos los hombres con su mensaje de paz, de justicia, de amor… precisamente a través de nosotros.
Demos testimonio de él allí donde nos encontremos por razones de familia, de trabajo, de amistad, de estudio o en las diferentes circunstancias de la vida. Demos ese testimonio sobre todo con nuestro comportamiento: con la honestidad de vida, con la pureza de las costumbres, con el desapego del dinero, participando en las alegrías y en los sufrimientos de los demás. Démoslo de manera especial con el amor recíproco, con la unidad, para que la paz y la alegría pura que Jesús prometió a los que le están unidos inunden nuestro ánimo ya desde ahora y se derramen a los otros. Y a todo el que nos pregunte por qué nos comportamos así, por qué estamos tan serenos en un mundo convulsionado, respondamos con humildad y sinceridad con las palabras que nos sugiera el Espíritu Santo, dando así testimonio de Cristo también con el hablar y en el plano de las ideas. Quizá entonces muchos que lo buscan podrán encontrarlo. A veces, podremos ser malinterpretados, contradichos, podremos ser objeto de burla, incluso de aversión y de persecución. Jesús nos advirtió también de ello: “Si me persiguieron a mí, también los perseguirán a ustedes”(1). Estamos en el camino correcto. Por lo tanto, sigamos dando testimonio de él con coraje también en medio de las pruebas, incluso al precio de la vida.
La meta que nos espera lo vale: es el cielo, donde Jesús al que amomos nos reconocerá frente a su Padre durante toda la eternidad.
Chiara Lubich
Publicación mensual del Movimiento de los Focolares
* Este texto fue publicado por primera vez en Ciudad Nueva, en 1984
miércoles, 25 de julio de 2012
Voluntad de Dios
Nos enseña repetidamente el Señor que por encima de cualquier vínculo y autoridad humana, incluso la familiar, está el deber de cumplir la voluntad de Dios, la propia vocación. Nos dice que seguirle de cerca, en la propia vocación, la que Él ha dado a cada hombre y a cada mujer, nos lleva a compartir su vida hasta tal punto de intimidad que constituye un vínculo más fuerte que el familiar (5).
Santo Tomás lo explica diciendo que «todo fiel que hace la voluntad del Padre, esto es, que le obedece, es hermano de Cristo, porque es semejante a Aquel que cumplió la voluntad del Padre. Pero, quien no sólo obedece, sino que convierte a otros, engendra a Cristo en ellos, y de esta manera llega a ser como la Madre de Cristo» (6). Es muy fuerte el vínculo que nace de llevar la misma sangre, pero lo es aún más el que se origina del seguir a Cristo en el mismo camino. No hay ninguna relación humana, por estrecha que sea, que se asemeje a nuestra unión con Jesús y con quienes siguen a Jesús.
Fragmentos de Hablar con Dios
domingo, 22 de julio de 2012
Autoestima del cristiano
El origen de la soberbia es remoto. Viene de muy lejos, tanto en la historia de la humanidad (pecado original?), como en la vida de cada uno de nosotros, ya que es un problema que se cultiva desde nuestra tierna infancia.
Si el amor verdadero hacia los demás depende de la medida en que nos amemos a nosotros mismos y este amor de sí mismo a su vez no resulta ser posible sin la conciencia de ser amados tal como somos, podemos deducir que sólo seremos capaces de amar de verdad en la medida en que experimentemos un amor incondicional. Visto que los hombres no somos capaces de amar de modo totalmente incondicional —amando por ejemplo todos los defectos de alguien—, podremos concluir que el desarrollo de nuestras capacidades afectivas depende del descubrimiento del amor de Dios.
domingo, 8 de julio de 2012
Qué es la mortificación y para qué sirve
La mortificación no es simple moderación, mantener a raya los sentidos y el desequilibrio que producen el desorden y el exceso, sino abnegación verdadera, dar cabida a la vida sobrenatural en nuestra alma, adelanto de aquella gloria venidera que se ha de manifestar en nosotros (7)...
Esta mortificación nos impulsará a superar un estado de ánimo poco optimista que necesariamente influye en los demás, a sonreír también cuando tenemos dificultades, a evitar todo aquello -aun pequeño- que puede molestar a quienes tenemos más cerca, a disculpar, a perdonar... Así morimos, además, al amor propio, tan íntimamente arraigado en nuestro ser, aprendemos a ser humildes. Esta disposición habitual que nos lleva a ser causa de alegría para los demás, sólo puede ser fruto de un hondo espíritu de mortificación, pues «despreciar la comida y la bebida y la cama blanda, a muchos puede no costarles gran trabajo... Pero soportar una injuria, sufrir un daño o una palabra molesta... no es negocio de muchos, sino de pocos» (8).
jueves, 14 de junio de 2012
Conocer el camino para ser un buen pastor
Los hombres podemos ser causa de alegría o de tristeza, luz u oscuridad, fuente de paz o de inquietud, fermento que esponja o peso muerto que retrasa el camino de otros. Nuestro paso por la tierra no es indiferente: ayudamos a otros a encontrar a Cristo o los separamos de Él; enriquecemos o empobrecemos. Y nos encontramos a tantos amigos, compañeros de profesión, familiares, vecinos..., que parecen ir como ciegos detrás de los bienes materiales, que los alejan del verdadero Bien, Jesucristo. Van como perdidos. Y para que el guía de ciegos no sea también ciego no basta saber de oídas, por referencias; para ayudar a quienes tratamos no basta un vago y superficial conocimiento del camino. Es necesario andarlo, conocer los obstáculos... Es preciso tener vida interior, trato personal diario con Jesús, ir conociendo cada vez con más profundidad su doctrina, luchar con empeño por superar los propios defectos. El apostolado nace de un gran amor a Cristo.
Fuente: Hablar con Dios
lunes, 11 de junio de 2012
Recompensa a última hora
El emperador Carlos V se encontraba a la cabecera de la cama de uno de sus más fieles servidores, ya moribundo. "Pedidme en recompensa de vuestros méritos, y si es posible para disminuir vuestros padecimientos, el favor que queráis".
Respondió el enfermo:
-Señor, todo lo que os pediría sería que prolongaseis mi vida por algunos días.
Replicó el emperador:
-¡Qué desgracia! Yo no lo puedo; los poderosos de la tierra no disponen de un solo minuto de la vida del hombre.
Y el enfermo:
-¡Qué insensato he sido! He consagrado mi vida entera al servicio del emperador, y su poder no alcanza a concederme un solo día de existencia. Si, en cambio, hubiera servido mejor a mi Dios, podría esperar una recompensa eterna, una felicidad sin fin.
Podía esperar de la misericordia divina, pero tenía razón al lamentarse de no haber servido mejor a Dios.
Fuente: C. Ortúzar, El catecismo explicado con ejemplos
martes, 5 de junio de 2012
Qué significa ser hijos de Dios
El anticipo de la herencia prometida lo recibimos ya en esta vida: es el gaudium cum pace, la alegría profunda de sabernos hijos de Dios, que no se apoya en los propios méritos, ni en la salud o en el éxito, ni consiste tampoco en la ausencia de dificultades, sino que nace de la unión con Dios; se fundamenta en la consideración de que Él nos quiere, nos acoge y perdona siempre... y nos tiene preparado un Cielo junto a Él, por toda la eternidad. Perdemos esta alegría cuando dejamos a un lado el sentido de nuestra filiación divina, y no vemos la Voluntad de Dios, sabia y amorosa siempre, en las dificultades y contradicciones que cada jornada nos trae.
No quiere nuestro Padre que perdamos esa alegría de hondos cimientos: Él quiere vernos siempre contentos, como los padres de la tierra desean ver siempre a sus hijos.
Además, con esa actitud serena y gozosa ante la vida -el gaudium cum pace (17)-, en la que no faltarán contradicciones, el cristiano hace mucho bien a su alrededor. La alegría verdadera es un formidable medio de apostolado. «El cristiano es un sembrador de alegría; y por esto realiza grandes cosas. La alegría es uno de los más irresistibles poderes que hay en el mundo: calma, desarma, conquista, arrastra. El alma alegre es un apóstol: atrae a los hombres hacia Dios, manifestándoles lo que en ella produce la presencia de Dios. Por esto el Espíritu Santo nos da este consejo: nunca os aflijáis, porque la alegría en Dios es vuestra fuerza (Neh 8, 10)» (18).
Fuente: Hablar con Dios
sábado, 2 de junio de 2012
Un pan que no perece
jueves, 31 de mayo de 2012
El apostolado es fruto del amor a Cristo
Somos los brazos de Dios en el mundo, pues Él ha querido tener necesidad de los hombres. El Señor nos envía para acercarse a este mundo enfermo que no sabe muchas veces encontrar al Médico que le podría sanar. Hablamos de Dios a las gentes con la esperanza cierta de que Cristo conoce a todos, y que sólo en Él encuentran la salvación y palabras de vida eterna. Por eso, no debemos dejar pasar -por pereza, comodidad, cansancio, respetos humanos- ni una sola ocasión: acontecimientos normales de todos los días, el comentario sobre una noticia aparecida en el periódico, un pequeño servicio que prestamos o que nos prestan..., y también los sucesos extraordinarios: una enfermedad, la muerte de un familiar... «Quienes viajan por motivo de obras internacionales, de negocios o de descanso, no olviden que son en todas partes heraldos itinerantes de Cristo y que deben portarse como tales con sinceridad» (6). ...
Pero, ¿cómo podríamos ser buenos instrumentos de Dios sin cuidar con esmero la vida de piedad, sin un trato verdaderamente personal con Cristo en la oración? ¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego?, ¿no caerán los dos en el precipicio? (11). El apostolado es fruto del amor a Cristo. Él es la Luz con la que iluminamos, la Verdad que debemos enseñar, la Vida que comunicamos. Y esto sólo será posible si somos hombres y mujeres unidos a Dios por la oración.
Hablar con Dios
miércoles, 30 de mayo de 2012
No tener miedo a buscar la unidad
Rechacemos el falso respeto humano de que nuestra insistencia nos vuelve cargantes e insoportables. Imitando al Redentor, amemos ardientemente a los demás cada día; considerémoslos como parte de nuestro ser y tratémoslos con la fuerza de la caridad. Evitemos que haya dureza o amargura en nuestras sugerencias o indicaciones, y procuremos que ninguna barrera nos separe de ellos. Tienen que notar, como enseña el apóstol, que nos duelen como algo propio esos puntos que les señalamos (cfr. 2 Cor 11, 29). ¡Qué ejemplar resulta la insistencia amable de la triple corrección de Cristo a los suyos, para que le acompañen en la oración!
martes, 8 de mayo de 2012
No preocuparse
Veo en mi hija adolescente actitudes que me preocupan. Tengo miedo de perderla ...
por Chiara Lubich
Lo que yo les diría es que, aunque en la familia hubiera alguno que no comparte lo que ustedes han elegido, no tie¬nen que desanimarse ni preocuparse. Si no lo comparte, o es ateo, o va por mal camino, se droga, o a lo mejor está en la cárcel, o lo que sea, no hay que preocuparse demasiado. iHay que ocuparse, pero no preocuparse!
"Quiero cambiar de vida, quiero volver a mi familia ... ". Pero si ustedes se preocupan se vuelven un gran obstáculo para su conversión.
Por lo tanto, "háganse uno" con ellos. ¿Quieren ir al cine? Vayan también ustedes (siempre que sea una buena película). ¿Quieren ver televisión? Mírenla también ustedes (siem¬pre que sea un programa aceptable). Pero lo que sin duda es necesario es que no sientan el peso de vuestra preocupación, porque ustedes tienen que volcar sus preocupaciones en Dios. El es el que tiene que estar preocupado, no nosotros. Porque él siempre se ocupa. Esa es la experiencia cotidiana.
(de "Donde florece la vida", Ciudad Nueva, Buenos Aires 1999)
martes, 24 de abril de 2012
Hay 15 millones más de católicos en el mundo que en 2009
Los católicos en el mundo son alrededor de 1.196 millones; en 2009 representaban al rededor de 1.181 millones. Se calcula, pues, un aumento absoluto de 15 millones de fieles, equivalente al 1,3%. Durante los últimos años, además, la presencia de los fieles católicos bautizados en el mundo sigue siendo estable, alrededor del 17,5%. En cuanto a la distribución territorial, los católicos han disminuido en América del Sur y, sobre todo, en Europa. Aumentaron, por el contrario, en África y en el Asia Sudoriental.
De su lectura se observan algunas novedades relativas a la vida de la Iglesia católica en el mundo a partir del año pasado. Los datos estadísticos de 2010 ofrecen un análisis sintético de las principales dinámicas referentes a la Iglesia católica en las 2.966 circunscripciones eclesiales de todo el mundo. Así por ejemplo, se evidencia que los católicos son casi 1.196 millones, frente a los casi 1.181 del año 2009, con un aumento absoluto de 15 millones de fieles, equivalente al 1,3 %. En el curso de los últimos dos años, la presencia de fieles católicos bautizados en el mundo permanece estable, en torno al 17,5 %. Las cuotas territoriales de los católicos del mundo han sufrido variaciones importantes entre los años 2009 y 2010. De hecho han disminuido su importancia en América Meridional, pasando del 28,54 al 28,34 % y, sobre todo en Europa, pasando del 24,05 al 23,83 %. Mientras han aumentado en África, pasando del 15,15 al 15,55 % y en el sur oriental de Asia, pasando del 10,41 al 10,87 %.
Fuente: Catholic.net
domingo, 8 de abril de 2012
Cristo resucitado es la luz que ilumina al mundo
Por Josemaría Arancibia, arzobispo de Mendoza y Sergio Buenanueva, obispo auxiliar de Mendoza (Argentina)
La liturgia de la noche de Pascua se inicia con el templo a oscuras. En el atrio arde el fuego nuevo del que se tomará la luz para encender el cirio pascual.

El gesto ritual evoca, con su noble sencillez, la realidad de la fe como experiencia humana: el encuentro con Cristo es un acontecimiento que transforma toda la vida, la ilumina y la colma de sentido. Luz que brilla humildemente, pero que tiene el inmenso poder de vencer las tinieblas más espesas. Esto es lo que indica la palabra “pascua”: pasar con Cristo de las tinieblas a la luz, de la muerte a la vida.
Cristo es la luz del mundo. Esa es la confesión de fe de los cristianos. Él es el Salvador y el Redentor de todos los hombres. “Con su muerte destruyó nuestra muerte, con su resurrección restauró la vida”, reza la liturgia católica de Pascua.
Cristo es la Verdad que hace libre a quien se deja guiar por sus enseñanzas. Es la Verdad que se impone por sí misma, nunca por la fuerza de la prepotencia. Ese es, en cambio, el poder de la mentira, del error y de la confusión. El poder del odio, del rencor y del deseo de venganza que amargan el corazón humano e instalan la violencia en el seno de los pueblos.
Cristo, por el contrario, es la Verdad que conquista al hombre sin violentarlo. “Cristo convence”, como ha escrito un famoso teólogo moderno. Y convence por sí mismo, porque brilla con luz propia. Es la Verdad que nos hace libres. Hasta el fin de los tiempos la mano de Cristo estará tendida, esperando la respuesta de sus hermanos los hombres. Hasta el final, apelará a la conciencia y a la libertad: se muestra, se propone, no se impone.
¿Qué es la verdad?, pregunta el escéptico Pilato al Jesús humillado que han puesto en sus manos. En realidad, no es una pregunta sincera. No es el interrogante del que siente en su interior la insatisfacción de estar en búsqueda, siempre en camino, pero sabiendo que hay algo mayor que lo llama, lo atrae y lo espera. Es la pregunta del que ha sido derrotado por el pesimismo: ya no cree en nada ni en nadie. No hay lugar para ninguna verdad en un corazón así.
TEXTO COMPLETO
martes, 3 de abril de 2012
Ustedes ya están limpios por la palabra que yo les anuncié
También se compara la Palabra de Jesús con una semilla sembrada en lo más íntimo del creyente. Si es acogida, penetra en el hombre y se desarrolla como una semilla, crece, da fruto y «cristífica», haciéndonos iguales a Cristo. - Por Chiara Lubic
« Ustedes ya están limpios por la palabra que yo les anuncié ».
¿Cómo vivir entonces para merecer también nosotros el elogio de Jesús?
Poniendo en práctica cada Palabra de Dios, nutriéndonos de ella en cada momento, haciendo de nuestra existencia una obra de continua reevangelización. Todo ello para llegar a tener los mismos pensamientos y sentimientos que Jesús, para hacer que reviva en el mundo, para mostrar a una sociedad tantas veces atrapada en el mal y en el pecado, la pureza divina, la transparencia que da el Evangelio.
Además, durante este mes, si es posible (es decir, si otros también comparten nuestras intenciones), procuremos poner en práctica de forma especial la Palabra que expresa el mandamiento del amor recíproco. Pues para el evangelista Juan, que refiere la frase de Jesús que hoy consideramos, existe un vínculo entre la Palabra de Cristo y el mandamiento nuevo.
Según él, es en el amor recíproco donde se vive la Palabra con sus efectos de purificación, de santidad, de ausencia de pecado, de frutos, de cercanía a Dios. El individuo aislado es incapaz de resistir mucho tiempo las incitaciones del mundo, mientras que en el amor recíproco encuentra el ambiente sano capaz de proteger su existencia cristiana auténtica.
miércoles, 21 de marzo de 2012
Gozos devocionales tradicionales
Estimado Padre Menéndez:
Como visitante asiduo de tu blog , quiero decirte que hemos constituido una sección en nuestra Asociación Cultural que tiene como objetivo el catalogar , promover , estudiar y difundir los Gozos devocionales tradicionales porque están en riesgo de perderse definitivamente en muchos lugares. En ese sentido hemos creado un blog http://gogistesvalencians.
jueves, 8 de marzo de 2012
“Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna”
Jn 6, 68
A la gente que iba a su encuentro, Jesús le hablaba del Reino de Dios1. Lo hacía con palabras simples, tomadas de la vida de cada día, pero su mo-do de hablar tenía una fascinación particular. La gente quedaba impactada por sus enseñanzas ya que hablaba como quien tiene autoridad, no como los escribas2. Incluso cuando los sumos sacerdotes y los fariseos les preguntaron a los guardias que debían arrestarlo por qué no habían ejecutado la orden, ellos respondieron: “Nadie habló jamás como este hombre”3.
“¡Es duro este lenguaje!” 5 le dijeron algunos discípulos cuando escu-charon que les habría dado a comer su carne y a beber su sangre.
Al ver que los discípulos se alejaban de él y dejaban de acompañarlo, Jesús se dirigió a los doce: “¿También ustedes quieren irse?”6.
Pedro, unido a él para siempre, fascinado por las palabras que le había oído pronunciar desde que lo había encontrado, respondió en nombre de to-dos: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna”.
Pedro había comprendido que las palabras de su maestro eran diferentes a las de otros. Las palabras que van de la tierra a la tierra tienen el des-tino de la tierra. Las palabras de Jesús son espíritu y vida porque vienen del cielo: una luz que desciende de lo alto con toda su potencia. Sus palabras tienen una consistencia y una profundidad que otras no tienen, aunque per-tenezcan a filósofos, políticos o poetas. Son “palabras de vida eterna”7 por-que contienen, expresan y comunican la plenitud de una vida que no tiene fin porque es la de Dios.
Jesús resucitó y sus palabras, aunque hayan sido pronunciadas en el pasado, no son un recuerdo. Las suyas son palabras dirigidas a todos y a cada uno en cualquier tiempo y cultura: palabras universales y eternas.
Las palabras deben haber sido el arte más exquisito de Jesús. El Verbo que habla con palabras humanas. ¡Qué contenidos, qué intensidad y qué acento en su voz!.
“Un día – refiere Basilio el grande8– como despertando de un largo sueño vi la luz maravillosa de la verdad del evangelio y descubrí la vanidad de la sabiduría de este mundo”.
Teresa de Lisieux escribe, en una carta fechada el 9 de mayo de 1897: “A veces, cuando leo ciertos escritos espirituales . . . mi pobre y pequeño espíritu no tarda en cansarse. Cierro el libro de los sapientes que rompe mi cabeza y seca mi corazón y tomo en mis manos la Sagrada Escritura. Entonces, todo se vuelve luminoso, una sola palabra le abre a mi alma horizontes infinitos y la perfección me parece fácil”9.
Las palabras divinas sacian al espíritu hecho para lo infinito; iluminan no sólo la mente, sino todo el ser, porque son luz, amor y vida. Dan paz – esa paz que Jesús dice suya – aún en los momentos de turbación y angustia. Dan alegría plena aún en medio del dolor que a veces oprime el alma. Dan fuerza cuando sobreviene el desconcierto por el desaliento. Abren el camino de la verdad.
La palabra de este mes nos recuerda que el único maestro que debemos seguir es Jesús, aún cuando sus palabras puedan parecer duras o de-masiado exigentes: ser honestos en el trabajo, perdonar, ponerse al servicio del otro en lugar de pensar de manera egoísta, ser fieles en la vida familiar, asistir a un enfermo terminal sin ceder a la idea de la eutanasia.
Abundan maestros que proponen soluciones fáciles y componendas. Nosotros queremos escuchar al único maestro que dice la verdad y tiene “palabras de vida eterna”.
En este período de Cuaresma, cuando nos preparamos para la gran fiesta de la Resurrección, tenemos que ponernos realmente en la escuela de único Maestro y ser sus discípulos. También en nosotros debe nacer un amor apasionado por la palabra de Dios. Debemos recibirla con atención cuando es proclamada en las iglesias, cuando la leemos, la estudiamos o la meditamos.
Estamos llamados a vivirla como la misma Escritura enseña: “Pongan en práctica la palabra y no se contenten sólo con oírla de manera que no se engañen a ustedes mismos”10. Al vivir una palabra de Jesús estamos viviendo todo el evangelio, porque en cada una se da por entero y viene a vivir en nosotros. Es como una gota de la sabiduría divina del Resucitado que lentamente penetra en nosotros y cambia nuestro modo de pensar, de querer y de actuar en cada circunstancia de la vida.
Chiara Lubich
Palabra de vida publicada por primera vez en marzo de 2003.
1) Lucas, 9, 11; 2) Mateo, 7, 29; 3) Juan, 7, 24; 4) Juan, 16, 25 y 3, 12; 5) Juan, 6, 60; 6) Juan, 6, 67; 7) Juan, 6, 68; 8) Basilio (330 – 379) obispo de Cesarea y uno de los Padres de la Iglesia; 9) Carta 202, 10) Santiago 1, 22.
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Padre Adolfo Menéndez

El autor
Nací en USA en 1940 de padre español y madre panameña. Entré en la orden religiosa de los misioneros de San Francisco Xavier en 1959. Fui ordenado sacerdote en 1968. Pasé los primeros 7 años de mi vida como misionero sacerdotal en Japón. Regresé a USA para cumplir unos estudios en religiones comparativas. Después de 7 años me pidieron ir a México donde pase 23 años cumpliendo con varios cargos: atendiendo ranchos que se encontraban en la sierra o en el desierto; siendo maestro y director de una escuela; dando clases de teología en un seminario mayor regional; sirviendo a mi congregación misionera en varios cargos como superior mayor o rector de una casa residencial de estudios para jóvenes-adultos que buscaban ser misioneros. Regresé a USA en 2001 para servir en dos universidades públicas como capellán y maestro en diferentes momentos de tres disciplinas teológicas: Misiología, Cristología, Fundamentos de la moral católica. En este momento me encuentro como capellán católico en la universidad del estado de Illinois.
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